La nueva maniobra contra el turismo a Cuba y la indignidad europea
El autor trata el tema de la sumisión europea a los mandatos de Washington. No protesta, no defiende a sus ciudadanos, a sus empresarios, simplemente acoge con beneplácito lo decidido por EE.UU.
La Unión Europea se ha convertido, de facto, en una colonia de EE.UU. Y sus medios de comunicación reproducen el esquema de propaganda de la metrópoli: censura y partes de guerra sobre el conflicto de Ucrania, sumisión a los intereses de Washington en la agenda informativa internacional.
Si petroleras europeas como ENI o Repsol operan de nuevo en Venezuela porque ahora se lo permite el Gobierno estadounidense, después de prohibírselo durante años, ¿leemos algún análisis crítico, algún editorial de la prensa italiana o española que denuncie semejante sometimiento de la soberanía europea? Nada. Ni el más mínimo atisbo de dignidad. “EE.UU dejará a Repsol y ENI llevar petróleo venezolano a Europa”, leemos. La prensa europea se limita a escribir lo que el amo dicta.
En el caso de Cuba, más de lo mismo. La Ley Helms-Burton persigue a las empresas europeas que han invertido en la Isla y amenaza y ahuyenta a las que tienen proyecto de hacerlo. A sus directivos –los de la hotelera española Meliá, por ejemplo- se les prohíbe, incluso, la entrada en Estados Unidos. ¿Y qué hace la prensa corporativa española? ¿Defiende los intereses de sus empresas, denuncia semejante extorsión? Nada. Al contrario. El diario ABC, por ejemplo, coloca como corresponsal en La Habana a Camila Acosta, impulsora del boicot al turismo a la Isla, que incluye actos contra Meliá y otras empresas españolas.
El último ejemplo de la indignidad europea es la medida de la Casa Blanca de exigir visa de entrada a EE.UU a toda persona que haya visitado Cuba. Recordemos que la ciudadanía europea no necesita visa para entrar al país norteño, solo un formulario digital llamado ESTA. Pero quien haya hecho turismo en Cuba, ahora, tendrá que pedir visa para entrar. ¿Alguna protesta de los gobiernos europeos? ¿Medidas recíprocas? Nada. ¿Y la prensa europea? ¿Alguna denuncia, algún editorial, alguna crítica a este chantaje inaceptable? Nada.
De nuevo, agachar la cabeza ante el imperio, cuyo Departamento de Seguridad Nacional, en su página web, deja claras sus amenazas: “si se descubre que un viajero ha visitado un país designado como patrocinador estatal del terrorismo (…) deberá solicitar una visa para ingresar a los Estados Unidos”.
Recordemos que Cuba fue incluida en 2021, por la Casa Blanca, en su “Lista de estados patrocinadores del terrorismo”, algo que ha tenido consecuencias letales para su economía, como el bloqueo bancario internacional. Su inclusión fue una jugada sucia entre los presidentes de EE.UU y Colombia, Donald Trump e Iván Duque. Este había decidido romper el proceso de diálogo con la guerrilla del ELN, que se desarrollaba con ayuda de Cuba, y exigió a La Habana entregar a la delegación guerrillera negociadora.
La negativa del Gobierno cubano a violar el protocolo firmado por las partes y los países garantes, fue la excusa para que Trump incluyera a la Isla, país que ha dado todo por la paz en Colombia, en la famosa “lista de países terroristas”.
Pero regresemos a la medida de exigir visa para entrar en EE.UU a quien haya visitado la Isla. La intención es evidente: poner un palo más en la rueda de la economía cubana, debilitada por el bloqueo, 243 sanciones recientes y la pandemia, y atacar una de las pocas fuentes de ingreso del país, el turismo. Todo para que el desabastecimiento, la falta de medicinas y los apagones eléctricos se extiendan en el tiempo, hasta provocar la desesperación de la población e hipotéticas protestas masivas.
Por eso, es necesario difundir este mensaje. Hay que visitar Cuba, promover su turismo. Es cuestión de vida o muerte para un pueblo sometido a una guerra despiadada y cruel.