"Petro-chavismo", el nuevo fantasma imperial
El autor expone su opinión sobre la expresión "Petro-chavismo".
La visita oficial del presidente de Colombia a Venezuela este primero de noviembre, a pesar de que como lo dijo el embajador colombiano en Caracas, Benedetti, “lo que se ha hecho en Venezuela se ha consultado con EE.UU.”, ha generado en la refractaria y hegemónica ideología contrainsurgente dominante en Colombia un nuevo fantasma que por etéreo que sea, no deja de ser real: el Petro-chavismo
Una variación colorida del castrochavismo con el que el fascismo contrainsurgente colombiano asustó a sus apabullados y aterrorizados ciudadanos durante los últimos 20 años, y con el cual pudo ejercer las dos funciones básicas (pero diferentes) que el imperialismo en este período del conflicto impuso a sus cipayos colombianos gobernantes: La dominación y la explotación de sus subordinados. Una cosa es la dominación (superestructura) y otra la explotación (en la base económica material de la producción).
No haber separado estas dos funciones imperialistas a tiempo con sentido clasista, para poder entenderlas y enfrentarlas por separado; constituyó una de las falencias que contribuyó a que el huevo de la serpiente pudiera desarrollarse y eclosionar con grandes facilidades y ventajas. Haber valorado únicamente el neoliberalismo y la conversión del fordismo hegemónico en explotación flexible, sin su correspondiente correlación ideológica en la hegemonía dominante; es decir, no haber analizado con profundidad la unidad dialéctica imperialismo-hegemonía en Colombia, se ha materializado en el millonario número de víctimas que hasta ahora (subrayo hasta ahora) ha dejado la guerra civil de 72 años llamada conflicto colombiano: un millón de muertos, 100 mil desaparecidos, ocho millones de despojados y desplazados, etc.
Tarde hemos caído en cuenta que el imperialismo construyó en Colombia un Estado contrainsurgente fascista con sus narco-paramilitares, y logró conformar un férreo bloque de clases dominante en el poder, pegándolo todo con el cemento ideológico dominante y hegemónico que además (ojo, además) del anti-comunismo, es su anti-bolivarianismo. No sólo se reforzó el centenario legalismo o leguleyismo santanderista en todos los actos estatales, sino que se le declaró la guerra ideológica y armada a todo lo que representa nuestro padre fundador Simón Bolívar, principalmente, a sus intentos integradores de la Patria Grande latinoamericana y caribeña que hoy, incluso, alientan a los heroicos patriotas puertorriqueños.
Un ejemplo de este encarnado y profundo leguleyismo dominante, se presentó este 02.11.2022 en el aeropuerto Internacional de Buenos Aires, Argentina, cuando el doblegado, y ya encorvado pasajero internacional Uribe Vélez, sin el nutrido grupo de terroríficos escoltas que lo cuidan en su país y en sus latifundios y, sin el apoyo inmediato del ejército contrainsurgente que él reconstruyó con el Plan Colombia; al enfrentar a un valeroso ciudadano argentino que en su propia cara le gritó “paramilitar asesino”, en su huida precipitada de la escena, con el rabo entre las piernas, solo atinó a responder automáticamente : “mentiroso, calumniador, muéstreme las pruebas”. Las que no existen, ni siquiera en las “confesiones anunciadas” del capo paramilitar Mancuso, preso en una cárcel de EE.UU.
Uribe Vélez, el creador del fantasmón del castrochavismo con el que intoxicó a la sociedad colombiana hasta lograr la estupidez del gobierno de Duque de tratar de destruir todos los vínculos entre nuestras dos naciones hermanas. Ahora, sus conmilitones y seguidores han puesto en escena al espantapájaros del petrochavismo, con el fin de continuar intoxicando la atmósfera política colombiana con el cuento de que la amplia agenda diplomática que el gobierno colombiano tratará de adelantar con el gobierno venezolano, será la entrega definitiva de nuestro país a la subversión empobrecedora cuyo ejemplo es Venezuela y que el gobierno de Petro va a implementar en Colombia.
Sin embargo, una mirada desapacible de dicha agenda diplomática anunciada por el gobierno colombiano consistente en:
1. Nuevas estrategias de lucha contra el narcotráfico.
2. Recuperación de la seguridad estatal compartida en la histórica frontera colombo-venezolana de más de dos mil kilómetros.
3. Relaciones comerciales “formales” para evitar el contrabando y garantizar impuestos oficiales.
4. Integración y coordinación bilateral de todas las relaciones de integración latinoamericana y caribeña (Mercosur, Celac, Grupo Andino, etc), destruidas por los gobiernos contrainsurgentes colombianos y el llamado grupo de Lima.
5. Cuidado y protección de la selva amazónica compartida, y cambio climático de interés universal.
Agenda que, como se dijo arriba, fue previamente consultada, y en la coyuntura histórica universal actual, se basa en las relaciones internacionales objetivas y normales entre Estados reconocidos internacionalmente que deben desarrollar según la carta de las naciones, sin interferencias, intromisiones u obstáculos religiosos, ideológicos o políticos. Por esto, el Departamento de Estado en Washington le dio el permiso a Benedetti, pues en ningún caso constituyen violaciones o rupturas a ningún orden internacional y en cambio, pasan o cuadran perfectamente con los intereses “actuales” de Washington, preocupado en su descenso por convertir el subdesarrollado y depredado “patio trasero latinoamericano”, en una trinchera contra la penetración ruso-china o euroasiática.
Así las cosas, queda claro que, el nuevo espantajo del petro-chavismo no es otra cosa que otro paso adelante en la reorganización del bloque de clases dominante en la defensa del Estado contrainsurgente hegemónico dominante en Colombia, en su larga pretensión de continuar impunemente la explotación de sus subordinados y, la acumulación sin fin del capital trasnacional.