Verdades parciales, mentiras absolutas
El expresidente de Cuba, Fidel Castro, advirtió hace más de tres décadas sobre el peligro de extinción de la especie y la degradación humana y social. A diferencia de otros líderes, Fidel se anticipaba a un apocalipsis que solo podía ser causado por las potencias nucleares y la inercia ciudadana.
"El hombre está en riesgo de desaparecer, si no cesan las pretensiones hegemónicas de las grandes potencias".
(Fidel Castro, Cumbre Rìo de Janeiro, 1992)
La tercera edad es el colectivo peor maltratado, no produce, no trabaja y representa un gasto previsional. Sumado a ello muchos de sus componentes están gravemente enfermos, ya que el cuerpo no perdona y pasa factura a tantos años de vida.
He observado a lo largo de mis años (más de 70), la sinrazón del maltrato a estos adultos, particularmente de muchos hijos a padres. Es relativamente fácil ejercer violencia y destrato a estos ya gastados personajes sin fuerza, sin trabajo, sin reacciones físicas que puedan aminorar la carga agresiva y cobarde que algunos llamados jóvenes suelen ejercer.
Mi querida y tan extrañada abuela Jenia solía decir "Una madre mantiene a sus diez hijos, pero diez hijos no son capaces de mantener una madre".
El escepticismo tan fundado de esa anciana estaba fundamentado por la propia realidad, que la obligó a padecer su enfermedad.
Escribo estas líneas en un momento de retroceso, cuándo la estupidez y el enajenamiento de las fake news, de aquellas mentiras absolutas de manipuladores sin moral alguna, que se autodenominan periodistas o políticos, nos invaden para que todo les resulte más fácil, más manipulable.
El Darwinismo social es parte de las premisas de un pequeño grupo de multimillonarios arropados por los poderes fácticos, que propone acabar con la tercera edad, al igual que con los pobres, marginales y todos aquellos que sean necesarios exterminar.
Muchos de estos conceptos de solución final que considerábamos como una rémora del pasado fueron mencionado por la ex directora del FMI, Christine Lagarde, en consonancia con la inefable fundación Rockefeller y el multimillonario Bill Gates, quien en aras de dicho exterminio se pronunciaría en favor de la eutanasia.
Lamentablemente estas obras maestras del terror pasarán desapercibidas, cómo pasó el siniestro encierro compulsivo bajo la consigna "quédate en casa" en nombre de un bicho llegado de China, para después buscar "soluciones" en vacunas sospechosas hasta el día de hoy, y así combatir un covid-19 que hoy vuelven a reflotar los grandes poderes.
Para ello nos distraen con las mentiras absolutas que muchos ingenuos adoptan, la estupidez cibernética a través del celular y otros aparatos que supieron penetrar en nuestras mentes. El 1984 de Orwell es rebasado por una modernidad que nadie eligió y que la propia autodenominada izquierda (hoy menos izquierda que nunca) acepta sin contratiempos.
El expresidente de Cuba, Fidel Castro, advirtió hace más de tres décadas sobre el peligro de extinción de la especie y la degradación humana y social. A diferencia de otros líderes, Fidel se anticipaba a un apocalipsis que solo podía ser causado por las potencias nucleares y la inercia ciudadana.
Son tiempos difíciles, de reflexión y debate a pesar de la renuencia de líderes efímeros, la misma renuencia que encontramos en amigos, compañeros o familiares al mismo tiempo. La misma razón por lo que las inmensas mayorías siguen votando en algunos casos esperpentos fascistas que no dudan en ser los próximos verdugos de esos mismos votantes.
¿Será la llamada clase pasiva la primera víctima de estos mercaderes inescrupulosos?
¿Acaso el maltrato que sufren "los viejos" y el desdén de las políticas públicas a estos sectores no será parte de la tan cacareada agenda 2030?
¿Alguien con sentido común puede negarse a escuchar a aquellos que con su experiencia y sabiduría intentan evitar caer en otra catástrofe?
Por el momento no alcanzo a ver ningún gobierno o clase política que tenga un mínimo de coherencia, empatía o se encargue de tamaña asignatura.
El sociólogo mexicano Fernando Buen Abad sostiene: "Los poderes fácticos apelan a la crítica de bolsillo mientras depredan el poder adquisitivo con carestías desaforadas y derrumbes salariasles. En nombre del reiterado sálvese quien pueda, apuestan a una democracia restringida con ellos disfrazados de mesías en el centro de la escena electoral, tratan de esconder la desesperación de una derecha que sólo cuenta con títeres judiciales y agencias de publicidad para enfrentar su vacío de ofertas y discursos electorales" (La Jornada, 27-10-22).
Es decir que mientras la derecha devenida en ultra derecha avanza con el sistema de fake news y law fare instalado como base central de sus agendas, los progresistas y gobiernos de izquierda no cuentan con un programa o proyecto para enfrentar la manipulación mediática, ni siquiera con la voluntad de algunos presidentes para establecer una ley de medios y una imprescindible restructuración judicial.
Son cuestionamientos, preguntas que devienen de verdades parciales y mentiras absolutas.
Es más, recordando las sabias palabras de Fidel, no es casualidad la desesperante inacción de esos mismos gobiernos ante estos anuncios macabros de un futuro inmediato, así como tampoco la pasividad de nuestros ¿representantes?, o la vista gorda ante epidemias pasadas y la constante destrucción del medio ambiente. La irrupción de los poderes fácticos más la expansión capitalista forman parte de un proceso que está por arriba de decisiones basadas en el Estado-Nación, generando de esta manera tremendas tensiones geopolíticas.
Tal como afirmaba Einstein: "Para que los malos hagan lo que quieran y triunfen en sus objetivos, es necesaria la pasividad del resto de los humanos".