Atención, la derecha ataca en Latinoamérica
Los violentos y agresivos sucesos en Brasil fueron orquestados y preparados por las ultraderechas latinoamericana con la anuencia de Estados Unidos.
Hace pocas semanas escribí un artículo titulado “¡Cuidado! la derecha reaccionaria actúa”, en el que alertaba sobre el peligro que corren los gobiernos nacionalistas y progresistas que han surgido en América Latina en los últimos tiempos.
Lo escribí con motivo de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) celebrada en México, los días 18 y 19 de noviembre pasado, cuya agenda principal fue la de impulsar una línea contra lo que estos elementos consideran una “expansión del socialismo” en América Latina.
La CPAC es la organización ultraderechista más grande del mundo, creada y controlada desde hace medio siglo por la Unión Conservadora Estadounidense, que realiza una o dos reuniones al año y donde más de 100 organizaciones contribuyen con abundante capital.
El pasado 7 de diciembre la derecha oligárquica peruana, contra todo indicio de respeto a la democracia y a la legalidad, lanzó un golpe de Estado contra el legítimo presidente Pedro Castillo e impuso en su lugar a Dina Boluarte personaje completamente dominado por la clase pudiente.
Las manifestaciones de campesinos, obreros y estudiantes se desataron inmediatamente contra el golpe derechista que mantienen en vilo a esa nación con saldo de 30 personas asesinadas por la fuerte represión lanzada por el régimen usurpador.
En Bolivia, en la provincia de Santa Cruz se ha generado un nuevo intento de golpe de Estado, liderado por el gobernador de ese departamento, Luis Fernando Camacho (puesto en prisión preventiva hace unos días por su participación en el anterior golpe de Estado contra Evo Morales) y apoyado por el presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Rómulo Calvo y el expresidente y súbdito del dictador Hugo Banzer, Jorge Tuto Quiroga.
Durante las últimas semanas, la derecha santacruceña ha convocado a fuerzas paramilitares y colectivos fascistas para bloquear las calles del departamento con la excusa, primero de querer adelantar las fechas del censo nacional para 2023 y ahora por la prisión decretada contra Camacho. A simple vista se comprende que el motivo real es generar desestabilización en el país para que las oligarquías puedan cumplir con sus intereses privados.
El ambiente de terror generado en dicho departamento ha estado cargado de discursos y actos llenos de odio y violencia racista y discriminatoria con los cuales han presionado a los ciudadanos para que se unan a los paros y las acciones agresivas contra instituciones gubernamentales.
El último episodio fue el ocurrido este 8 de enero en Brasilia cuando centenares de partidarios del ultraderechista expresidente Jair Bolsonaro tomaron por la fuerza los tres poderes gubernamentales: Palacio de Planalto, el Congreso Nacional y el Supremo Tribunal Federal.
Al estilo del asalto al Capitolio de Estados Unidos en enero de 2021 cuando el exmandatario Donald Trump y sus simpatizantes no aceptaron la derrota sufrida contra Joe Biden, ahora los manifestantes bolsonaristas rechazan la victoria de Luiz Inacio Lula da Silva quien tomó posesión de la presidencia el reciente primero de enero.
La acción fue derrotada por la decisiva actitud de Lula que llamó a la policía a actuar, mientras se gestaba un fuerte respaldo, tanto nacional como internacional, a favor de la presidencia del líder del Partido de los Trabajadores.
Pero como expresaba al principio, estos sucesos no son espontáneos sino están preparados y diseñados por las fuerzas de derecha, con rasgos fascistas, que intentan retomar el poder que han perdido ante las fuerzas democráticas y de izquierdas en la región.
En la reunión de CPAC, a la que asistieron personajes como Eduardo Verástegui, amigo y admirador de Trump; el anticomunista polaco, Lech Walesa, Steve Bannon, exasesor de Trump, Ted Cruz integrante de la mafia cubanoamericana y Santiago Abascal, líder del partido ultraconservador español VOX, también participó Eduardo Bolsonaro.
Este hijo del derrotado Jair, en una de sus alocuciones en el evento dijo que “el comunismo no se ha erradicado en Latinoamérica y confío en que se transite a regímenes con políticos que realmente representen la voluntad popular, y tenemos esperanza de que un día las cosas van a cambiar”.
Y con gran euforia, rememorando cuando se reunió con Donald Trump en 2019 durante otra reunión de CPAC, proclamó: “se deben de juntar energías para poner en marcha la lucha por la libertad en Brasil, México y de la región latinoamericana.
Todos los que participaron en este reaccionario cónclave apostaron por el derrocamiento y eliminación de los gobiernos progresistas como el presidente de la CPAC en México, Eduardo Verásteguei quien subrayó: “Como amantes de la libertad, todos debemos estar preocupados por la expansión del socialismo en América Latina”, en referencia a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Colombia, Perú, Bolivia y más recientemente Brasil.
Ahora después de estos argumentos alguien puede pensar que los violentos y agresivos sucesos en Brasil no fueron orquestados y preparados por las ultraderechas latinoamericana con la anuencia de Estados Unidos. Los pueblos de América Latina no son ingenuos y conocen por experiencia propia los excesos cometidos en la región por las derechas fascistas.