El establecimiento de relaciones entre China y Honduras no es fruto de diplomacia del dólar
China y Honduras, países geográficamente apartados el uno del otro sin conflictos geopolíticos, tomaron la decisión histórica en línea con el devenir de los tiempos y la voluntad de ambos pueblos.
China y Honduras firmaron en Beijing un comunicado conjunto sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas.
De esta manera, Beijing y Tegucigalpa, países geográficamente apartados el uno del otro sin conflictos geopolíticos, tomaron la decisión histórica en línea con el devenir de los tiempos y la voluntad de ambos pueblos, reflejando la soberanía sobre su diplomacia en concordancia con los intereses propios.
Lamentablemente, desde que la presidenta hondureña, Xiomara Castro de Zelaya, anunció por Twitter la voluntad amistosa y la firme determinación de instruir al canciller, Eduardo Reina, para gestionar el establecimiento de relaciones oficiales con la República Popular China, varios medios esparcieron la sospecha de que China utiliza la supuesta "diplomacia del dólar".
Esta misma diplomacia no es más que una herramienta utilizada por Estados Unidos en su política exterior desde la 27ª presidencia estadounidense de William Taft, con el objetivo de asegurar el dominio estadounidense sobre varios países estratégicos para esta nación, desde América Latina hasta Asia Central.
El truco de manejar el poder económico para influir sobre la voluntad de los países pequeños fue asimilado más tarde por Taiwan, que ha destinado y sigue destinando grandes recursos a las llamadas ayudas económicas para un puñado de "aliados", dejando numerosos escándalos de corrupción.
Sin embargo, a medida que tanto EE. UU. como Taiwan se vieron obligados a recortar sus inversiones que formaban parte de la "diplomacia del dólar", entonces empezaron a calumniar a China por mantener vínculos económicos regulares con países con los cuales no sostenía nexos diplomáticos.
Si miramos hacia atrás, las acusaciones son plenamente infundadas. Castro reiteró en numerosas ocasiones, antes de ser elegida como presidenta de Honduras, su voluntad de establecer relaciones diplomáticas con China, y luego lo expuso en su plan de Gobierno.
En este sentido, el establecimiento de lazos diplomáticos no sigue motivos políticos, sino que está impulsado por la cooperación pragmática bilateral.
Si nos remitimos a la situación actual del país centroamericano, se puede vislumbrar que como consecuencia de la insuficiente inversión extranjera directa y las diversas dificultades geográficas, Honduras registra un notable déficit a nivel de infraestructura.
Al respecto, las empresas chinas han demostrado su capacidad técnica de superar dichas dificultades, y por eso participaron en el Proyecto Hidroeléctrico Patuca III, concluido en 2021, que no solo optimizará la oferta energética, sino que también contribuirá al desarrollo verde y la protección medioambiental de Honduras.
Por otro lado, bajo la idea de construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad, China ofreció asistencia sanitaria a muchos países en desarrollo que fueron golpeados severamente por la pandemia de la COVID-19, con independencia del estado de sus relaciones diplomáticas.
Honduras, en este sentido, también recibió vacunas chinas a través de terceros países, lo cual hizo visible la fraternal cooperación sur-sur y la actitud humanista de China.
Teniendo en cuenta que Beijing mantiene relaciones con 181 países en todo el mundo, la decisión de Honduras no es extraña ni excepcional. Por el contrario, está en plena consonancia con la tendencia de los tiempos.
Durante los últimos años, los países centroamericanos y caribeños como Panamá, República Dominicana, El Salvador y Nicaragua han decidido sucesivamente romper las supuestas relaciones diplomáticas que mantenían con Taiwan, y sus mecanismos de cooperación con China han constituido sólidos ejemplos de la relación sur-sur.
Hasta la fecha, 21 países latinoamericanos se han sumado a la iniciativa de la Franja y la Ruta mediante la firma de memorándums de cooperación, demostrando que los países en vías de desarrollo también son capaces de ofrecer bienes públicos globales para contribuir a la seguridad y desarrollo del mundo sobre los principios de ganar-ganar y acción soberana de los países.
Este bien público global no es exclusivo de China, ni China necesita usar la "diplomacia del dólar". Casi todos los países del mundo reconocen el valor e importancia de China, especialmente los más pequeños, pues el principio de igualdad que rige sus nexos bilaterales se traduce también en los ámbitos político y económico.
El problema a ambas orillas del estrecho ha dejado de ser el número de países que mantienen actualmente relaciones con Taiwan. China, a diferencia de las naciones occidentales, ha escogido una ruta propia de desarrollo sobre un acervo que tiene cinco mil años de historia. Los líderes y pueblos del mundo saben que, bajo la influencia ideológica occidental, no será fácil para ningún país el poder desarrollarse en paz.
Pero la experiencia china está demostrando que, comprometida con una senda de paz, es posible reforzar la influencia internacional silenciando todo tipo de hostilidades, sustituyendo la palabrería vacía por hechos concretos.
Por este motivo, la "diplomacia del dólar" si bien en cierto momento pudo servir para comprar las relaciones de algunos países con Taiwan, hoy en día el mundo prefiere conservar una relación eterna con China principalmente basada en la sinceridad.
(La autora es investigadora asistente del Instituto de Estudios de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales)