¿Qué representan los metales de tierras raras de China para Occidente?
Estados unidos impide la venta de semiconductores de alta gama a China, y esta amanaza con prohibirle el acceso a sus minerales críticos, empleados en todas las tecnologías modernas. Aún si las sanciones no funcionan, los precios se dispararán y los consumidores pagarán las consecuencias.
China amenaza con prohibir la exportación de metales de tierras raras, en respuesta a la reciente decisión de Washington de imponer restricciones a las exportaciones de semiconductores de alta gama a Beijing.
Esta no es la primera vez que China plantea una prohibición de ese tipo: ha habido desde rumores que circularon en 2019 hasta amenazas formales en 2021.
Si tal prohibición entrara en vigor, podría, al menos en teoría, ser bastante dañina. Se necesitan minerales críticos provenientes de esas llamadas tierras raras para producir los imanes que se utilizan en todo, desde turbinas eólicas hasta unidades de disco duro y vehículos eléctricos. Todo, desde un teléfono inteligente hasta un Tesla, tiene una necesidad sustancial de esos elementos. Incluso la tecnología militar de EE. UU. también depende de ellos, ya que el avión de combate F35 requiere 417 kg de minerales raros.
China es, con amplia diferencia, el mayor productor de esos metales utilizables. Representa el 60 por ciento de la minería de esos recursos, el 85 por ciento de su procesamiento y el 90 por ciento de la fabricación de imanes permanentes de metales de alta resistencia.
Sin embargo, surgen dudas sobre si las sanciones funcionarían. Desde que se impusieron sanciones a Rusia el año pasado, hemos visto lo difícil que es regular la tecnología comercialmente disponible. Hay muchas posibilidades de, que incluso si China prohibiera las exportaciones de minerales raros a los EE. UU., este lograra simplemente comprarlos a través de un tercero, al igual que Europa está comprando petróleo ruso a través de intermediarios en la India.
Es probable que las amenazas empujen a los países occidentales a encontrar nuevas fuentes de suministro. Japón allanó el camino en este sentido tras la imposición, en 2010, de una prohibición de dos meses a las exportaciones de esos minerales desde China. Esto siguió a una polémica territorial que estalló cuando Japón arrestó al capitán de un barco pesquero chino cerca de las disputadas islas del Mar de China Oriental.
Luego, los japoneses se vieron impulsados a diversificar la fuente de sus metales raros y, actualmente solo importan alrededor del 60 por ciento de sus necesidades desde China. Recientemente, Japón ha estado explorando la posibilidad de aprovechar las reservas submarinas profundas.
La diversificación de las fuentes de compra puede generar un debate renovado sobre las consecuencias ambientales del procesamiento de tierras raras, que genera desechos tóxicos y tiene un alto riesgo de causar daños, tanto al medio ambiente como a la salud humana.
Estas realidades son vergonzosas para quienes abogan por el uso de tecnología como turbinas eólicas y vehículos eléctricos para salvar el medio ambiente. Si China ya no está dispuesta a hacer nuestro trabajo sucio, es posible que nos encontremos con un debate nacional sobre los peligros y las desventajas del procesamiento de esos minerales críticos.
En última instancia, si China cumple sus amenazas, deberíamos esperar que aumente el precio de esos minerales. Incluso si las sanciones no funcionan para evitar que EE.UU. obtenga acceso a ellos, es probable que se generen problemas en la cadena de suministro y aumenten los costos, y lo mismo si comenzamos a procesar esos metales a nivel nacional.
Esto significa precios más altos para los consumidores occidentales, y eso incluye todo, desde teléfonos inteligentes hasta energía verde. Si se cumple la amenaza de Beijing, las ramificaciones se sentirán mucho más allá de los pasillos de Washington.
Solo trato de entender este enigma en mi cabeza: China amenaza con restringir la venta de metales de tierra rara que se encuentran en gran abundancia en áreas fuera de su control, y que en su mayoría se utilizarán en productos net-zero completamente innecesarios. Y debido a que en Occidente estamos gobernados por tontos, las sanciones probablemente serán paralizantes.
Sería gracioso si no fuera tan trágico.