Acuerdo de canje de prisioneros entre EE.UU. e Irán demuestra el creciente poder de Teherán
Aunque Estados Unidos intenta aparentar que está combatiendo la influencia de Irán en Medio Oriente, en realidad ha aceptado que el gobierno iraní está aquí para quedarse y que es un actor principal a nivel regional.
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Tras innumerables intentos de desestabilizar la nación de Asia Occidental, Irán demostró ser un actor regional de primer orden y se anotó un importante logro diplomático.
A pesar de la imposición por parte de Occidente de nuevas sanciones contra la República Islámica de Irán y de su señal de virtud con motivo del aniversario de la muerte de Mahsa Amini, el acuerdo de intercambio de prisioneros con Estados Unidos, de reciente aplicación, demuestra el creciente poder de Teherán. Tras innumerables intentos de desestabilizar la nación de Asia Occidental, Irán demostró ser un actor regional de primer orden y se anotó un importante logro diplomático.
El lunes, cinco presos retenidos en Irán y otros cinco retenidos en Estados Unidos fueron liberados al tiempo que Washington decidía descongelar miles de millones en activos iraníes. La noticia se produjo en medio de una tormenta de críticas por parte de los opositores nacionales a la Casa Blanca de Biden, junto con análisis esperanzadores que describían lo que el acuerdo podría señalar en términos de una futura reactivación del Acuerdo Nuclear con Irán de 2015. Sin embargo, lo que se ha pasado por alto aquí es el éxito de este intercambio de prisioneros desde la perspectiva iraní.
Cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, llegó a la Casa Blanca, lo hizo tras una campaña que incluía una serie de promesas en materia de política exterior. Al tiempo que criticaba a Teherán, Biden proclamó que renegociaría el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) de 2015, una promesa que hasta ahora no ha cumplido. Tras el fracaso de una serie de negociaciones indirectas de un año de duración en junio de 2022, centradas en la capital austriaca, Viena, las tensiones comenzaron a aumentar de nuevo entre Estados Unidos e Irán. De hecho, Estados Unidos envió tres mil soldados adicionales a Oriente Medio a principios de agosto, en un esfuerzo por reforzar su presencia militar en la zona del Golfo.
Estados Unidos sigue trabajando en oposición a la agenda regional de Irán y de sus aliados, incluso mediante la imposición de nuevas sanciones a personas supuestamente relacionadas con el desarrollo de aviones no tripulados y aeronaves militares de Teherán; lo que ocurrió justo un día después de que se promulgara el canje de prisioneros. Sin embargo, tales sanciones, similares a las que se han impuesto con frecuencia a individuos iraníes a lo largo del mandato de Biden, son poco más que bofetadas simbólicas. En estos momentos, las nuevas sanciones de la administración estadounidense de Biden son un intento de salvar las apariencias, en medio de las acérrimas críticas a su acuerdo de intercambio de prisioneros por parte de la oposición del Partido Republicano.
En lo que respecta al Acuerdo Nuclear de 2015, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta Biden al intentar revivirlo es que se enfrentará a una reacción masiva en el Congreso y, especialmente de cara a las elecciones de 2024, esto no será una buena imagen para él. Por lo tanto, en lugar de impulsar el rejuvenecimiento del acuerdo nuclear, busca una oportunidad para salir en la foto asegurando un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e "Israel". A pesar de buscar este acuerdo, que se utilizará como ejemplo de logro culminante en política exterior para la administración Biden, hay una serie de factores externos que primero hay que abordar, y a la cabeza de esa lista está la relación estadounidense con Irán.
La República Islámica ha conseguido ingresar en la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), así como en la alianza económica BRICS. En los últimos años, Irán ha estrechado lazos con Moscú, ha acordado un acercamiento a su antiguo adversario, Arabia Saudita, bajo los auspicios de China y ha seguido demostrando su creciente capacidad militar. El reino de Arabia Saudita, por su parte, también ha sido aceptado en la alianza BRICS y demuestra su valoración de la amistad de Pekín.
Curiosamente, el régimen israelí ha guardado absoluto silencio sobre el intercambio de prisioneros entre Irán y Estados Unidos. Esto es inusual en la entidad ocupante, ya que suele arremeter contra cualquier gesto positivo hacia Teherán por parte de Occidente. El razonamiento detrás de esto, puede ser que los estadounidenses han establecido un plan para tratar de calmar las tensiones con el gobierno iraní, en la creencia de que la concesión en algunos aspectos puede mantener a Irán en silencio en caso de normalización saudita-israelí. Los grupos de reflexión con sede en Washington han sugerido incluso que el acuerdo de normalización israelí que pretende Estados Unidos podría desencadenar una guerra a escala regional, lo que puede haber influido en la medida desescaladora que acaban de adoptar los estadounidenses.
Aunque Estados Unidos intenta aparentar que está combatiendo la influencia de Irán en Medio Oriente, en realidad ha aceptado que el gobierno iraní está aquí para quedarse y que es un actor principal a nivel regional. Mientras se hacen innumerables intentos de atacar la imagen de la República Islámica, de fomentar el malestar y de aparentar que Estados Unidos sigue siendo el perro superior, la administración Biden sabe lo que hace falta si quiere conseguir los objetivos políticos que desea. Lo que esto demuestra, aunque sólo sea eso, es que el poder estadounidense en Asia Occidental se está desvaneciendo y que los responsables políticos de Washington por fin se están poniendo al día con la realidad sobre el terreno.