Tras 13 años de guerra, Siria vuelve al punto de mira
No se descarta que Netanyahu arriesgue una operación militar de gran envergadura contra Siria, como estrategia para compensar sus derrotas en la consecución de una victoria decisiva, primero en Gaza y luego en Líbano, tras verse obligado a negociar con Hizbullah.
Mientras Hizbullah se concentra en preparar la etapa posterior al acuerdo de alto al fuego y Damasco sigue bajo presión de los regímenes del Golfo para distanciarse de Irán, todos quedaron sorprendidos por el ataque terrorista ejecutado en las zonas rurales de Alepo, Hama e Idlib.
En esta ofensiva participaron miles de combatientes del Frente de Liberación del Levante (anteriormente conocido como Al-Nusra), apoyados por algunas facciones del llamado Ejército Nacional, fundado en Ankara en el verano de 2019 como sucesor del llamado Ejército Libre Sirio.
Ante la persistencia de los intensos enfrentamientos, el ejército sirio movilizó refuerzos desde Damasco, con el respaldo constante de la aviación rusa que opera en la región.
Simultáneamente, fuentes de la oposición siria mencionan la posibilidad de reactivar el frente sur terrorista en Sweida y Deraa, impulsados por los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes, que llevan tiempo coordinándose con agencias de inteligencia regionales.
Estos acontecimientos adquieren especial relevancia debido a su coincidencia con las amenazas emitidas por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Al aceptar el acuerdo de alto al fuego en Líbano, advirtió tanto a Siria como al presidente Bashar al-Assad en persona sobre las consecuencias de mantener su alianza con Irán.
Es imposible descartar que Netanyahu arriesgue una operación militar de gran envergadura contra Siria, como estrategia para compensar sus derrotas en la consecución de una victoria decisiva, primero en Gaza y luego en Líbano, tras verse obligado a negociar con Hizbullah y aceptar su principal condición: detener la agresión y retirarse de las zonas del sur de Líbano, donde se encontraba desplegado el ejército israelí.
Netanyahu también busca levantar la moral de sus seguidores y aliados después de recibir duras críticas de la oposición, que lo responsabiliza de la derrota militar y psicológica frente a la resistencia de Hizbullah y del pueblo libanés.
Esto quedó evidenciado con el retorno de cientos de miles de desplazados a sus aldeas y hogares en el sur y el valle de la Bekaa, a pesar de las amenazas de Netanyahu y los líderes de su ejército.
Incluso algunos funcionarios israelíes reconocieron su fracaso no solo en proteger a los israelíes de las aldeas y asentamientos fronterizos con Líbano, sino también en el interior de “Israel”, alcanzado por los misiles y drones de Hizbullah.
Funcionarios israelíes y los medios afines a Netanyahu continúan destacando la importancia de la llamada carta kurda, tanto en Siria como a nivel regional, algo que el llamado "estado hebreo" promovió desde su fundación en el territorio de Palestina, en 1948.
Estas dinámicas israelíes y, por ende, estadounidenses, tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, también explican el interés turco en el tema kurdo, dado que las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas son el brazo sirio del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) de Turquía.
Los medios progubernamentales en Turquía expresan su inquietud por el apoyo, la solidaridad e incluso la asistencia que Trump podría ofrecer a las YPG.
Trump eligió a figuras destacadas para su equipo, como el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, el director de la CIA, John Ratcliffe, y la directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, quienes comparten un interés en la cuestión kurda y son críticos con Turquía y el presidente Recep Tayyip Erdogan, bajo el pretexto de su apoyo a movimientos islámicos extremistas y sus milicias en Siria, Irak y la región en general.
Este clima de preocupación ha llevado a Erdogan a lanzar varias iniciativas para reconciliarse con el PKK. En este contexto, el líder del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), Devlet Bahçeli, instó el 1 de noviembre al encarcelado líder del PKK, Abdullah Öcalan, a dirigirse al grupo parlamentario del Partido de la Democracia y la Igualdad kurdo para anunciar un alto al fuego contra Turquía.
Aunque existen versiones contradictorias sobre la respuesta de Öcalan a esta llamada, Bahçeli reiteró recientemente su petición a los líderes del Partido de la Democracia y la Igualdad para que lo visiten en prisión y exploren las posibilidades de colaboración para resolver la cuestión kurda en Turquía, lo cual podría sentar las bases para abordar la situación al este del Éufrates.
Esto, sin embargo, requiere coordinación con Washington, que en los últimos días ha incrementado su presencia militar en la región y envió cantidades significativas de armas y equipos a las YPG y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en preparación para diversas contingencias, incluyendo el futuro del despliegue militar iraní en Siria.
Además, se habla de una mediación estadounidense entre Ankara y los kurdos de Siria, con el objetivo de persuadir a ambas partes de la necesidad de una cooperación conjunta ante los desafíos de la próxima etapa.
Por su parte, Ankara espera que este periodo favorezca sus intereses en Siria, particularmente antes o después de que Trump asuma nuevamente la presidencia y lance nuevas iniciativas y planes para apoyar a Israel mediante una colaboración más estrecha con los regímenes árabes, como hizo al final de su primer mandato, logrando que Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán firmaran acuerdos de normalización con el estado israelí.
Tal escenario lleva a Ankara a acelerar su consolidación en Siria, ya sea mediante la reconciliación con los kurdos o fortaleciendo su presencia militar en el norte sirio, donde operan las facciones armadas afines a Turquía. Se anticipa un aumento de las tensiones, que Moscú parece ignorar tras no haber logrado convencer al presidente Al-Assad de reconciliarse con Erdogan sin condiciones previas.
En última instancia, el desenlace podría depender de la posición del líder del PKK, Abdullah Öcalan. Si acepta las demandas del estado turco, pone fin a la lucha armada y llama a los kurdos en Siria a reconciliarse con Turquía, Ankara podría recuperar un papel destacado en las futuras dinámicas de Siria y de la región, gracias a su presencia militar en Siria, Irak, Catar, Libia y Somalia.
Ankara prevé que todo esto se tome en cuenta en los cálculos de Trump tras el 20 de enero, especialmente una vez que se cierre el expediente de Ucrania, que podría transformarse en una transacción internacional entre Moscú y Washington, afectando a estados y regímenes que han demostrado ser meros peones, siempre vulnerables a los vientos regionales e internacionales.
Estos mismos peones sirvieron los intereses de “Israel”, que desde su creación no logró alcanzar todos sus objetivos, no solo en Palestina, sino también en Siria y recientemente en Líbano.
Todo el mundo es consciente de las ambiciones históricas, estratégicas y religiosas de “Israel” sobre Siria y Líbano, pero no pudo materializarlas durante el último siglo gracias a la voluntad y resistencia del pueblo libanés, que, en su gran mayoría, demostró valorar a su nación por encima de cualquier interés que los traidores y colaboradores no pueden entender ni valorar. Estos últimos son vendidos y comprados en mercados donde el honor, la dignidad y el orgullo no tienen cabida.