Desplazamiento de los palestinos: entre los planes de Trump y las estrategias "israelíes" a través de la historia
La entidad israelí se construyó sobre la idea de superioridad y control militar se encuentra en un predicamento estratégico, mientras Estados Unidos, bajo el liderazgo de figuras como Trump, busca reformular el conflicto de una manera que sirva a sus intereses y los de sus aliados.
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Desplazamiento de los palestinos: entre los planes de Trump y las estrategias "israelíes". a través de la historia
La idea del desplazamiento de los palestinos está en el núcleo del proyecto sionista desde su fundación, pero hoy adquiere un matiz más complejo, impulsado por cambios regionales e internacionales y adoptado por figuras influyentes como el presidente estadounidense Donald Trump.
Sus recientes declaraciones sobre la posibilidad de desplazar a los habitantes de Gaza no son meras palabras al azar o discursos electorales, sino que claramente forman parte de una visión estratégica que se está elaborando con un cuidadoso planeamiento, lo que demuestra la profunda alianza entre la derecha estadounidense y el proyecto sionista.
Estas afirmaciones abren la puerta a una revisión de los objetivos más amplios detrás de esta idea y su relación con la realidad regional actual.
Trump no es un político tradicional. Se mueve con la lógica de un comerciante, donde no hay lugar para principios fijos ante el lucro y la pérdida.
Su adopción de la idea del desplazamiento de los palestinos muestra su influencia por informes y planes previamente elaborados; basta con saber que el ministro de Asuntos Estratégicos israelí, Ron Dermer, conocido por su capacidad de influir en los tomadores de decisiones estadounidenses, ha estado trabajando desde el éxito electoral de Trump en la elaboración de planes para la posguerra. Lo notable de esta propuesta no es solo la idea en sí, sino la disposición de Trump para reconfigurar los equilibrios regionales si considera que los resultados justifican el costo.
A pesar de que la visión de Trump no implica la ejecución inmediata del desplazamiento, sí busca llevar la idea a la superficie para preparar el terreno político internacional para su aceptación.
Este enfoque refleja la capacidad de la derecha israelí para utilizar a sus aliados estadounidenses para lograr objetivos ideológicos antiguos mediante medios modernos.
Todos saben que la idea del desplazamiento no es nueva, sino que se remonta a las raíces del proyecto sionista. Desde el Plan "Dalet" en 1948, que logró desplazar a cientos de miles de palestinos por la fuerza, hasta los intentos de desplazamiento que han continuado de formas directas e indirectas.
A lo largo de las décadas, "Israel" no ha abandonado este objetivo, sino que ha desarrollado sus herramientas para que sean más aceptables a nivel internacional.
Hoy, este objetivo se renueva bajo un manto político y diplomático, con un enfoque en promover la idea de que Gaza es una "carga humanitaria" que debe ser aliviada mediante la exportación de la crisis a otros países.
El plan puede no depender esta vez de la fuerza militar directa, sino de presiones económicas y diplomáticas ejercidas sobre los países vecinos y lejanos para convencerlos de aceptar a los palestinos como refugiados permanentes.
El desplazamiento de los palestinos hacia Egipto o Jordania representa una amenaza existencial para ambos países.
Para Egipto, el Sinaí no es solo una tierra geográfica, sino una región estratégica cuya estabilidad política y social se ve amenazada por el desplazamiento de los palestinos.
Respecto a Jordania, la acogida de cualquier número adicional de palestinos profundiza los temores de un cambio demográfico que podría desestabilizar el equilibrio interno y amenazar su estructura política.
Sin embargo, el verdadero desafío no radica solo en el rechazo de Egipto y Jordania, sino en la posibilidad de que Estados Unidos e "Israel" busquen otros países que sean más receptivos a la idea.
Países en África o Europa del Este, o incluso iniciativas relacionadas con la reubicación de los palestinos en lugares lejanos, son todas opciones en discusión.
Aquí surge el aspecto más peligroso: transformar la cuestión palestina de un conflicto político sobre la tierra a una crisis humanitaria que puede ser resuelta mediante el desplazamiento.
"Israel", a pesar de su poder militar, se encuentra en un aprieto estratégico frente a Gaza. Las guerras recurrentes no han logrado sus objetivos, sino que han complicado aún más la situación.
Hoy queda claro que "Israel" no tiene la capacidad de recuperar el control de Gaza militarmente ni de neutralizar completamente a la resistencia palestina.
Este fracaso se refleja en el interior israelí, donde la calle ha comenzado a perder la confianza en las promesas de sus líderes, especialmente del primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien ha construido su carrera política sobre promesas de disuasión y resolución.
En este contexto, el desplazamiento de los palestinos se plantea como una solución "radical" para deshacerse del conflicto con Gaza.
Sin embargo, esta opción debe enfrentarse, no solo por los propios palestinos, sino también por la comunidad internacional y, ante todo, por todos los países árabes, que son conscientes de la gravedad de este camino para la estabilidad de toda la región.
La corriente de la derecha extrema controla la toma de decisiones en "Israel", una corriente que rechaza de manera categórica cualquier solución pacífica al conflicto palestino.
Esta corriente ve en las guerras recurrentes una necesidad para la continuidad de "Israel" como "un estado en la punta de la lanza", pero también es consciente de que la escalada continua conlleva riesgos existenciales a largo plazo.
En este marco, la derecha impulsa planes más extremos, como el desplazamiento, como parte de su visión para resolver el conflicto de manera definitiva.
A pesar de la adopción de Trump de la idea del desplazamiento, él sabe que su implementación depende del costo y del beneficio político. Si considera que la idea es costosa o podría llevar a un choque entre Estados Unidos y sus aliados árabes, podría retractarse, tal como se retractó de otras promesas durante su primer mandato.
Sin embargo, el mero planteamiento de la idea tras la guerra en Gaza se considera una victoria para el proyecto israelí, ya que redirige el debate internacional hacia cuestiones secundarias, lejos del problema central: el derecho de los palestinos a su tierra.
El desplazamiento de los palestinos no es una idea nueva, pero hoy adquiere dimensiones más peligrosas en medio de transformaciones regionales e internacionales.
"Israel", que se construyó sobre la idea de la superioridad militar y el control, se encuentra en un aprieto estratégico, mientras que Estados Unidos, bajo el liderazgo de figuras como Trump, busca reconfigurar el conflicto de manera que sirva a sus intereses y los de sus aliados, pero olvidan que la cuestión palestina no es solo un conflicto por la tierra, sino una lucha por la identidad y la existencia.
Frente a estos planes, los palestinos se enfrentan a una única opción: aferrarse a sus derechos históricos y no permitir que se les convierta en una crisis humanitaria que se resuelva mediante el desplazamiento o la reubicación.
La detención de la guerra en Gaza no ha puesto fin al conflicto; la espiral del desplazamiento trumpista no es más que un nuevo capítulo en la larga lucha contra el sionismo y el imperialismo, donde la historia se reescribe con el coraje del pueblo palestino y su Resistencia.