Estados Unidos: lo que Trump no quiere saber de su país
Mientras los estadounidenses mueren, el presidente Donald Trump se jacta de sus índices de audiencia en la televisión, mientras los americanos mueren, se jacta de ser el número uno en Facebook, lo que no es ni mucho menos cierto.
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Estados Unidos: lo que Trump no quiere saber de su país
Para un mandatario narcisista solo importa lo que él diga aunque esté equivocado y atemorizado para ejercer el liderazgo que sus compatriotas reclaman en un país de grandes contraste donde ni vivir en una torre de marfil lo salvará de los problemas.
La desigualdad económica en el país más rico del mundo, Estados Unidos, se manifiesta hasta en los momentos más difíciles, incluso cuando la vida de millones de personas peligra a causa de la pandemia de la Covid-19
Los ricos tienen más posibilidades de sobrevivir aunque el mortal coronavirus no distingue a las personas por lo abultado de su cartera pero, dinero es dinero, y pese que se espera sea un gran golpe para la economía, la desigualdad debe incrementarse.
Es difícil imaginar que un pobre de un barrio del sur del Bronx pueda tener mejores opciones de tratamiento que alguien residente en Atherton, una exclusiva zona residencial en el corazón de Silicon Valley, en California, donde la casa más barata cuesta 2,5 millones de dólares y es considerado el pueblo más rico de la nación.
El ingreso promedio de un hogar en esa aristocrática zona es de más de 525 mil dólares al año.
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Silicon Valley
El “poblado” despego con el salto tecnológico de Silicon Valley, el hogar de la alta tecnología, y está ubicado a 45 minutos de San Francisco y menos de 20 minutos de las oficinas centrales de Facebook, Google y Tesla.
Situado en el condado de San Mateo, en California, Atherton es el mejor ejemplo de la desigualdad imperante en el país aunque tiene “sus desventajas”, el pueblo carece de restaurantes, y lugares donde los extraños a la comunidad pueden ir a pasar un rato.
Según el ranking de los lugares más ricos de la nación elaborado por Bloomberg allí residen unas siete mil personas, entre ellas Eric Schmidt, expresidente de Google; la exdirectora ejecutiva de HP, Meg Whitman, la multimillonaria Sheryl Sandberg, jefa de Operaciones de Facebook; el magnate Charles Schwab, entre otros que están alejados de los problemas y los peligros del mundo.
Indudablemente aquí se puede observar la brecha más pronunciada de ingresos del país y Silicon Valley, históricamente una comunidad de clase media, cambió en los últimos 20 años y generó una gran brecha salarial.
Esa brecha no es solo en esta parte, pues los barrios más ricos de Estados Unidos se volvieron aún más ricos bajo el gobierno de Donald Trump, según el ranking de los 100 lugares más exclusivos publicado por Bloomberg.
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Estados Unidos: lo que Trump no quiere saber de su país
La desigualdad en territorio estadounidense no tiene comparación y analistas plantean que el uno por ciento más rico tiene tanto dinero que, a veces, no tienen ideas para ponerlo a trabajar, mientras la brecha entre los muchos y los pocos crece cada año.
Informes de la Reserva Federal estadounidenses señalan que mientras la clase obrera y las familias empobrecidas, la mitad de todo el país, tienen menos riqueza real que hace 20 años, el súper rico uno por ciento duplico la suya en una generación.
Los datos oficiales espantan por lo que dejan ver. El uno por ciento de los principales hogares del país, cerca de 1,2 millones de familias, son dueñas de un patrimonio neto total de 35 billones de dólares a finales de junio de 2019.
Mientras tanto, la mitad más pobre, alrededor de 60 millones de hogares, poseía sólo el dos por ciento de la riqueza nacional, alrededor de 2 billones de dólares, por debajo de los 2,4 billones de dólares ajustados en función de la inflación que poseía en 1999.
Otra muestra de la desigualdad es que por cada dólar de capital propiedad de uno de los 60 millones de hogares en dificultades en la parte inferior, la familia típica en la parte superior de la pirámide tenía 730.
Esto pone en crisis la idea de que la Covid-19 es un asesino en igualdad de condiciones para todos, criterio que debe ser eliminado, según un comentario que publica el diario The New York Times.
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Charles M. Blow
Según el columnista de opinión Charles M. Blow a la gente le gusta decir que el coronavirus no respeta raza, clase o país, que la enfermedad Covid-19 no tiene sentido y que infectará a cualquiera que pueda.
En teoría, eso es cierto, precisa, pero, en la práctica, en el mundo real, este virus se comporta como los demás, chirriando como un misil buscador de calor hacia los más vulnerables de la sociedad y esto sucede, subraya, no porque los prefiera, sino porque están más expuestos, son más frágiles y están más enfermos.
En Estados Unidos esa vulnerabilidad está altamente interrelacionada con la raza y la pobreza.
Las primeras pruebas de las ciudades y los estados ya muestran que los negros se ven afectados desproporcionadamente por el virus de manera devastadora.
Como informó ProPublica, en el condado de Milwaukee, Wisconsin, hasta el viernes 3 de abril por la mañana, el 81 por ciento de las muertes fueron de personas negras. Las personas negras constituyen sólo el 26 por ciento de ese condado, señala Blow.
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Chicago
Contario a lo que pasa en Atentón, la meca de los más ricos, en Chicago, por ejemplo, algunas fuentes informaron que el 70 por ciento de las muertes de Covid-19 son de personas de raza negra y cerca de los alrededores del condado de Cook, aunque los residentes negros constituyen sólo el 23 por ciento de la población del condado, representan el 58 por ciento de las muertes de Covid-19".
Según Blow, el Detroit News informó la semana pasada que al menos el 40 por ciento de los muertos por el nuevo coronavirus en Michigan hasta ahora son negros, un porcentaje que supera con creces la proporción de afroamericanos en la región y el estado de Detroit.
Muchos estados ni siquiera publican datos específicos de la raza sobre casos y muertes, y el gobierno federal tampoco lo hizo, precisa el analista.
La desigualdad en la nación para enfrentar la pandemia también es puesta en evidencia por algunas estadísticas al señalar que el distanciamiento social no funciona cuando menos de uno de cada cinco trabajadores negros y aproximadamente uno de cada seis trabajadores hispanos son capaces de trabajar desde casa.
Un informe citado por Blow precisa que sólo el 9,2 por ciento de los trabajadores del cuarto más bajo de la distribución salarial puede teletrabajar, en comparación con el 61,5 por ciento de los trabajadores del cuarto más alto.
Quedarse en casa es un privilegio. El distanciamiento social es un privilegio, precisa en analista del Times.
La gente que no puede, debe tomar decisiones terribles: quedarse en casa y arriesgarse a morir de hambre o ir a trabajar y arriesgarse a un contagio, señala el comentarista.
Mientras tanto, Trump teme aproximarse a la realidad.