Hacer señales de una tregua prorrogable fue precedida por confirmaciones sauditas a raíz de la masacre de los caballos de raza árabes de que el país golfo no busca una escalada.

Parece que el Reino de Riad está buscando un descanso para recuperar fuerzas tras  su agotamiento por la guerra de los precios petroleros y la propagación de la epidemia en Arabia Saudita, donde el Reino se encuentra bajo la amenaza de los republicanos de retirar su protección a la monarquía saudita, y tratando con el mismo método de EE.UU.,  sobre la base de la teoría de la conspiración de culpar a China y la Organización Mundial de la Salud para safar la cuerda de la pandemia que rodea su cuello.

Lo que Arabia Saudita teme es un desequilibrio de poder a favor de la capacidad misilística de Saná en un momento que si ocurre un ataque contra Aramco esta vez podría conducir a un regodeo estadounidense e internacional por lo que Raid se buscó por su propia conducta. 

Sin embargo, lo que empeora las cosas para Bin Salman es el colapso del gobierno de Hadi frente a los grupos apoyados por los Emiratos Árabes Unidos en Adén, Taiz y Socotra, por un lado, y, por el otro, los desacuerdos entre los ministros y su presidente, algo que debilita el pretexto de la  legitimidad como motivo serio no solo por ocupar a Yemen, sino también para negociar con Saná. 

Por su parte, Sana que tiene actualmente la iniciativa en su poder, amenaza a Arabia Saudita con decidir el destino de la guerra en dirección hacia Maarib después de recuperar el control de Al-Jawf u optar por la paz conforme con la iniciativa nacional integral.

Mientras tanto, Riad cree que durante el alto el fuego podría fortalecer sus fuerzas alrededor de la ciudad de Al-Hasm y el campamento de Al-Labnat para luego lograr ocupar la ciudad de Al-Jawf, quizás con el fin de poder negociar desde una posición que no le obliga a retroceder ni a admitir la derrota. Pero quien busca dar un salto adelante debería dar dos pasos atrás.