Colombia y su puñalada contra Cuba
La política exterior de Colombia parece que ha tocado fondo. Y digo parece porque en ese latinoamericano país siempre hay motivos para sorprenderse.
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Colombia y su puñalada contra Cuba
Con el argumento de la dolorosa muerte de 22 jóvenes por una bomba en una escuela de cadetes, el gobierno de Iván Duque cerró en enero de 2019 unas inciertas y detenidas negociaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), única guerrilla con discurso político que queda en ese país.
Desde esa fecha, el gobierno colombiano viene reclamando a Cuba, país garante y sede de las truncadas pláticas de paz, la extradición de la delegación insurgente destacada en la Isla.
A La Habana llegaron los negociadores guerrilleros a raíz de una solicitud del gobierno del presidente Juan Manuel Santos y en el marco de un acuerdo de carácter internacional que establece los procedimientos de seguridad a seguir en caso de ruptura de negociaciones.
Ese documento fue firmado por las partes en conflicto: el Estado colombiano y el ELN; y también por los países garantes: Cuba, Venezuela, Noruega y Chile. Sin embargo, el actual mandatario neogranadino, Iván Duque, lo desconoce.
Cuba y la paz de Colombia
Desde los años en que Duque aprendía a leer y escribir, ya Cuba estaba apoyando los esfuerzos de paz en Colombia.
Los gestos de la Isla caribeña en aras de lograr la ansiada paz son muchos y tienen como símbolo supremo la amistad entre Fidel Castro y el escritor Gabriel García Márquez.
Los presidentes colombianos Belisario Betancur y César Gaviria vieron nuevamente con vida a sus respectivos hermanos gracias a Fidel Castro, que siempre mantuvo una política de principios basada en la ética, legado que mantiene la diplomacia cubana.
En 1980, 14 embajadores de varios países, incluyendo el embajador de Estados Unidos, y otros diplomáticos, fueron secuestrados en la embajada de República Dominicana en Bogotá. Todos, incluyendo los secuestradores, también le deben la vida a Cuba.
Mientras el gobierno colombiano de entonces preparaba un rescate con asesores israelíes con una matanza como resultado seguro, Cuba logró una salida humanitaria que evitó un baño de sangre.
Después vinieron esfuerzos negociadores en los que de una u otra forma Cuba colaboró. Incluso en los gobiernos de Álvaro Uribe, a solicitud de las partes, la Isla ayudó hasta donde pudo. Y desde el 2012 aportó ingentes esfuerzos como sede y garante de las negociaciones que terminaron con la firma del Acuerdo Final entre las FARC-EP y el gobierno de Santos.
El puñal contra Cuba
Es conocida la identificación del actual gobierno colombiano con los planes injerencistas de EE.UU. para América Latina y el Caribe.
Lo confirman la participación activa de Colombia en los ataques de todo tipo contra Venezuela y en el reflote de la OEA, incluyendo la reelección del desprestigiado Luis Almagro, como secretario general de esa organización.
En el caso de Cuba, la postura de Duque frente a los Protocolos de Ruptura de las negociaciones entre el Estado colombiano y el ELN, unido a la insistencia de la extradición de los negociadores guerrilleros varados en La Habana, presagiaban una felonía antológica en las relaciones internacionales actuales.
Tras tanta obstinación de Colombia para que Cuba extraditara a los guerrilleros, solicitud insostenible en lo político y en lo jurídico, pero envuelta en un discurso de “lucha contra el terrorismo”, Estados Unidos consiguió lo que evidentemente buscaba: colocar a Cuba en una ilegítima lista de países que supuestamente no colaboran con la lucha contra el terrorismo.
Pero si sucia fue la maniobra colombiana, más ruin fue celebrar tanta villanía.
El Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, justo unas horas después del anuncio de Estados Unidos, calificó como “espaldarazo a Colombia” la agresión estadounidense a Cuba.
De estupidez calificó el ex presidente Santos esta forma de actuar de la diplomacia colombiana actual. Otro ex presidente, Ernesto Samper, subrayó que la actitud de la administración Duque hacia Cuba “es una vergüenza para el país, que así comienza a presentarse como un matón internacional”.
Por si fuera poco, los principales medios de comunicación del país sentaron posición respecto al torpe manejo de las relaciones diplomáticas por el Ejecutivo.
El influyente diario El Tiempo destacó en un editorial la ayuda de Cuba a la búsqueda de la paz en Colombia en los últimos 50 años y alertó que “un eventual distanciamiento de La Habana no sería una opción prudente”.
Por su parte, la Revista Semana tituló una contundente columna en defensa de las relaciones con Cuba de la siguiente manera: “Gobierno Duque contribuyó a darle el tiro de gracia a relación de EE.UU. y Cuba”.
El Espectador, otro importante diario colombiano, publicó un editorial en igual sentido, y también una columna del político Humberto de la Calle, quien fungió como jefe negociador del gobierno de Santos en las fructíferas pláticas de paz con las FARC.
De la Calle afirmó que “Cuba no ha ahorrado esfuerzos para ayudar en la terminación del conflicto. Los protocolos suscritos para los miembros del ELN obedecen a una práctica milenaria sin la cual se harían imposible las conversaciones entre antagonistas armados. Es inaudito que se acuse a Cuba por honrar la palabra empeñada con el gobierno colombiano”.
¿Cuán grande será el compromiso del actual gobierno de Colombia con Estados Unidos que prefieren el descrédito mundial antes que incumplir una orden de Washington?