Crece ola de protestas antigubernamentales en el centro de Beirut
Miles de manifestantes libaneses exigieron a su gobierno atender los problemas nacionales o renunciar, y le dieron un ultimátum de 72 horas para responder a las demandas populares, de lo contrario aumentaría la ola de protestas en todo el país.

Las calles de Beirut fueron tomadas nuevamente por los manifestantes, quienes con pancartas, coros y consignas protestaron contra un amplio espectro de calamidades que enfrenta la ciudadanía, y caminaron hacia la Plaza de los Mártires y la de Riad El-Solh, en las inmediaciones del Grand Serail de Beirut (sede del Gobierno) desafiando las alambradas, bloques de concreto y el numeroso despliegue de soldados y policías antimotines fuertemente armados.
Según reportes de prensa, la concentración se caracterizó por un ambiente de tranquilidad. Entre los movilizados hubo personas en sillas de rueda, otros discapacitados y además de familias con niños.
Mientras esto sucedía en las calles de Beirut, el ministro del Interior libanés, Nuhad Mashnouq, decidió adoptar medidas extraordinarias para salvaguardar la propiedad pública y privada, e impedir acciones de los que tildó de provocadores infiltrados entre los activistas.
Los partidarios de Apestan insistieron en un cambio en el país y definieron la movilización de este sábado como "punto clave de viraje en sus vidas y el comienzo del cambio", aunque reconocieron que la indignación generalizada aún no alcanza a ser una alternativa viable de transformación.
Además de la pestilencia en calles de Beirut y Monte Líbano por la falta de la disponibilidad de vertederos, los inconformes se quejaron también de los malos servicios de salud pública, la escasez de agua, los sistemáticos recortes de la electricidad y la carestía de la vida en sentido general.
Los manifestantes también criticaron al gobierno por la falta de gestión para liberar a una veintena de soldados y policías capturados por terroristas del Frente Al-Nusra y el Estado Islámico a comienzos de agosto de 2014 en la aldea de Arsal, en la frontera con Siria.
Según reportes de prensa, la concentración se caracterizó por un ambiente de tranquilidad. Entre los movilizados hubo personas en sillas de rueda, otros discapacitados y además de familias con niños.
Mientras esto sucedía en las calles de Beirut, el ministro del Interior libanés, Nuhad Mashnouq, decidió adoptar medidas extraordinarias para salvaguardar la propiedad pública y privada, e impedir acciones de los que tildó de provocadores infiltrados entre los activistas.
Los partidarios de Apestan insistieron en un cambio en el país y definieron la movilización de este sábado como "punto clave de viraje en sus vidas y el comienzo del cambio", aunque reconocieron que la indignación generalizada aún no alcanza a ser una alternativa viable de transformación.
Además de la pestilencia en calles de Beirut y Monte Líbano por la falta de la disponibilidad de vertederos, los inconformes se quejaron también de los malos servicios de salud pública, la escasez de agua, los sistemáticos recortes de la electricidad y la carestía de la vida en sentido general.
Los manifestantes también criticaron al gobierno por la falta de gestión para liberar a una veintena de soldados y policías capturados por terroristas del Frente Al-Nusra y el Estado Islámico a comienzos de agosto de 2014 en la aldea de Arsal, en la frontera con Siria.