El terremoto en Siria, un castigo doble por las sanciones
La exención de 180 días que permitió Estados Unidos es una cortina de humo ante los medios pues en la práctica resulta insuficiente para posibilitar la reconstrucción de lo que el sismo dejó en escombros.
Los terremotos ocurridos en Turquía y Siria el 6 de febrero dibujaron sin matices una triste realidad que impera en el escenario internacional: la ayuda humanitaria depende de la política y esta a su vez depende de los intereses.
El sismo y sus posteriores réplicas sacudieron varias ciudades en la zona fronteriza entre esos dos países. Todos los titulares mundiales dieron seguimiento a la tragedia humana de las provincias que vieron su entorno reducirse a escombros en cuestión de segundos.
En poco tiempo comenzaron a llegar los equipos de rescate y la ayuda humanitaria desde diferentes países. Sin embargo, en los primeros días se hablaba mayoritariamente de la situación de Turquía. Gran parte de los periodistas que fueron a cubrir la magnitud del evento desde territorio turco se referían a Siria como un país del cual no se conocía la magnitud total del desastre debido a que la zona donde ocurrió estaba ocupada por lo que ellos definen como “rebeldes o yihadistas”. Además repetían la idea de que las fronteras estaba cerradas y controladas por el gobierno sirio. Pero ¿realmente fue así?
La magnitud del desastre en Siria
Cuando ocurrió el sismo, la situación para millones de sirios no hizo más que empeorar. La nación árabe ya enfrentaba los efectos de más de 12 años de guerra y las consecuencias de las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea que impactan en todas las esferas de su vida. El terremoto fue una desgracia más. La última actualización daba cuenta de cinco mil 914 fallecidos y cuantiosos daños en la infraestructura, pero las estimaciones varían. El gobierno sirio declaró las provincias de Alepo, Latakia, Idlib y Hama, como zonas de catástrofe por ser las más afectadas del país por el terremoto.
Las cifras que publicó la ONU evidenciaron la condición de urgencia sobre la situación humanitaria en el país. La Agencia de Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, informó que unos 5,3 millones de personas en Siria podrían haber quedado sin hogar por el desastre, complicando ya de por sí una situación muy difícil porque "ya había 6,8 millones de desplazados internos en el país antes del terremoto", según declaraciones de Sivanka Dhanapala, representante del ACNUR en Siria.
Sin embargo, a pesar de los llamados de la comunidad internacional, Washington demoró cinco días la decisión de hacer una exención en las sanciones, (mientras la población civil siria moría bajo los escombros) una medida solo aplicable a 180 días, no sabemos qué pasará luego.
El presidente Bashar Al Assad durante un recorrido por las zonas devastadas en Alepo denunció el doble rasero de la Casa Blanca cuando se trata de condicionar la ayuda a los países, a los cuales roban sus recursos.
La agencia de noticias siria SANA relataba que cinco días después del sismo más de 65 países habían enviado su ayuda a Turquía, pero solo 8 países hasta ese momento lo habían hecho con destino a Siria. Entre las naciones que se movilizaron pocas horas después para apoyar a Damasco se incluyen la República Islámica de Irán, el Líbano, Venezuela, los Emiratos Árabes Unidos, Rusia e India. Incluso Afganistán e Irak, a pesar de sus difíciles condiciones económicas tras la ocupación estadounidense en 2001 y 2003 respectivamente, se sumaron a los mencionados países que brindaron ayuda.
Afortunadamente en los siguientes días continuó llegando la ayuda desde diferentes países. Según cifras oficiales publicadas por la agencia SANA, el número de vuelos con ayuda humanitaria que llegaron hasta el 14 de febrero, fue un total de 122 aviones desde varias latitudes del mundo.
“Entre los aviones, hay seis de Irán, tres de Rusia, 10 de Irak, 36 de los Emiratos Árabes Unidos, dos de la UNICEF, ocho de Argelia, dos de la India, diez de Libia, tres de Egipto, tres de Jordania, tres de Armenia, dos de Pakistán, cuatro de Túnez, uno de Venezuela, cinco del Sultanato de Omán, tres de China, cuatro de Kazajstán, uno de Bangladesh, dos de la Organización Mundial de la Salud, dos de Arabia Saudita, dos de Rumania, uno de Japón y dos de Italia a través del Aeropuerto de Beirut”, precisa el medio de prensa.
A pesar de los intentos de Estados Unidos de invisibilizar la ayuda que necesitaba de manera urgente Siria, muchos países buscaron las vías para enviar asistencia humanitaria. Hasta Yemen, una nación profundamente afectada por una guerra, envió desde su embajada en Damasco un convoy de ayuda humanitaria que se dirigió a la provincia costera siria de Latakia. También Irak continuó mandando suministros por carretera que incluyeron alimentos, medicinas y combustible para poder sostener la electricidad en los territorios donde se trabajaba sin descanso para encontrar sobrevivientes bajo frías temperaturas. Hasta la fecha han continuado llegando más vuelos humanitarios procedentes de varios países.
Sin embargo, el Departamento de Estado de Estados Unidos al ver que sus planes respecto a la nación árabe no están saliendo como esperaban, mostró su rechazo a cualquier acercamiento diplomático de otros países con Siria.
“Nuestra posición sobre el régimen de Assad no ha cambiado. Ahora no es el momento de la normalización. Ahora no es el momento de mejorar las relaciones con el régimen de Assad”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en respuesta a la noticia de la visita del ministro de Relaciones Exteriores de Egipto a Siria y Turquía. “Creemos que podemos cumplir y que los países de todo el mundo pueden cumplir con estos dos imperativos, abordando las necesidades humanitarias del pueblo turco, abordando las necesidades humanitarias del pueblo sirio, sin cambiar o mejorar su relación con el régimen de Assad”, dijo Price.[1]
Para la Casa Blanca la asistencia humanitaria no puede relacionarse con un acercamiento bilateral con otras naciones, pero lo cierto es que Siria ha mantenido, incluso, durante los años de conflictos, sólidas relaciones diplomáticas con gran parte de las naciones de Medio Oriente. Aislar a Damasco ha sido prioridad en esta guerra híbrida, pero no ha funcionado del todo. Los aliados, pero sobre todo los amigos de Siria, demostraron que en este momento no dejarán sola a la nación árabe. Un mes después del terremoto el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdullahian, visitó varias provincias afectadas sirias y compartió con familias damnificadas.
Las sanciones: el obstáculo para la reconstrucción de Siria
La exención de 180 días que permitió Estados Unidos es una cortina de humo ante los medios pues en la práctica resulta insuficiente para posibilitar la reconstrucción de lo que el sismo dejó en escombros.
“En realidad las sanciones no se levantaron, solo se dio el permiso para proporcionar cierta ayuda humanitaria, pero para el desarrollo de la economía, la industria, el comercio, es necesario garantizar la disponibilidad de alimentos y otros artículos de primera necesidad esenciales para la población de cualquier país, pero en este sentido no ha cambiado nada independientemente de si se presta asistencia o no”, denunció el presidente Bashar Al Assad en una entrevista reciente a RT durante su visita Moscú.
El mandatario añadió que Siria está en condiciones de recuperarse tras la guerra y el terremoto porque dispone de los recursos para ello. “Sin embargo, el problema es que ese proceso es costoso y complicado, sin embargo está avanzando en algunos sectores como el de la energía eléctrica. ¿Qué necesita Siria? que se levante el embargo.”
Desde que ocurrió el sismo, representantes de los diferentes organismos especializados de la ONU visitaron Siria y pudieron constatar en primera persona el impacto de los daños, que se complejiza por la situación anterior que ya atravesaba el país. Desde el 9 de febrero, la ONU ha enviado más de 423 camiones con suministros para más de un millón de mujeres, hombres y niños.
El director de la Organización Mundial de la Salud Tedros Adhanom Ghebreyesus, visitó el 11 de febrero la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, y a inicios de marzo llegó hasta las zonas bajo control yihadista. En todos los territorios donde estuvo evidenció la magnitud de la catástrofe.
“Hasta el momento hemos distribuido 110 toneladas de suministros médicos a las zonas afectadas en todo el país. La OMS puso a disposición 16 millones de dólares del plan de contingencia para emergencias para la respuesta tanto en Siria como en Turquía”, declaró el director de la OMS.
Por su parte, el director adjunto para Siria del Programa Mundial de Alimentos, Ross Smith, indicó que hay más de doce millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, que tres millones más están en riesgo de caer en esta situación y que, sumados, ambos grupos representan a dos terceras partes de la población siria.
Toda la situación que hoy enfrenta Siria está mediada por el impacto de las sanciones. La ocupación ilegal de campos de petróleo y gas en el noreste por parte de Estados Unidos y el contrabando del crudo sirio, son factores que contribuyen a privar al pueblo de sus propios recursos, que ascienden a miles de millones de dólares. Estos recursos salen del país por las mismas fronteras que luego varios medios, paradójicamente, dicen que están cerradas, cuando es conocido que estos territorios están controlados por grupos terroristas y las fuerzas estadounidenses ilegales en Siria.
Cuando pasen los 180 días de exención previstos por Washington la política de castigo económico continuará contra Damasco y así lo evidencia la votación ocurrida en el senado tres semanas después del terremoto. "El proyecto de ley fue aprobado, con 414 votos a favor y solo 2 votos en contra".[2]
Las sanciones estadounidenses imposibilitan que lleguen al país recursos básicos como medicinas ante las restricciones impuestas a los hospitales en Siria y la negativa de las compañías internacionales a vender los medicamentos y equipos necesarios, lo cual empeoró el sufrimiento del sector de la salud, inclusive la respuesta a la pandemia de la COVID-19 y al terremoto.
El mandatario sirio explicó en entrevista con RT que para eliminar las consecuencias del terremoto se necesitarán cerca de 50 mil millones de dólares, y en total para reconstruir Siria después de la guerra se necesitarán más de 400 mil millones de dólares, pero es una cifra aproximada. Probablemente sea más grande dado que existen territorios que aun no están bajo el control del estado sirio.
El terremoto confirmó que la ayuda humanitaria puede llegar a politizarse aunque la solidaridad de las naciones amigas tenga más dimensiones, confirmó también que las sanciones son el mecanismo predilecto de Estados Unidos para castigar a los países que no bajen la cabeza, aunque el mayor impacto lo asuman sus pueblos.
Para reconstruir la nación árabe lo más importante es que Occidente le permita a Siria vivir, sin robarle sus recursos, sin intentar manejar sus destinos políticos y aceptando de una vez y por todas que perdieron la guerra, aunque una vez más hayan contribuido a devastar un país.
[1] https://news.antiwar.com/2023/02/28/us-doesnt-want-countries-working-with-syrias-assad-on-earthquake-relief/
[2] https://original.antiwar.com/JW_Rich/2023/03/16/syrian-sanctions-punish-earthquake-victims/