¡El musaharati, una tradición que perdura!
El sirio Mahmud Sawan ejerció de musaharati en el casco antiguo de Damasco durante el sagrado mes del Ramadán.
El mes de Ramadán concluyó y con él, unas de las tradiciones más representativas de este período: la presencia de los musaharati (tamborileros) en las calles nocturnas de las ciudades.
A sus 50 años, el sirio Mahmud Sawan ejerció esta profesión en el barrio de la Qimariya, en el casco antiguo de Damasco.
Vestido con el inbaz (traje especial), todas las noches salió con el mismo entusiasmo para despertar a los fieles a la hora del suhur, la última comida antes del amanecer.
“Mientras trabajaba, interactuaba con más de 30 tamborileros concentrados en el casco antiguo de Damasco. A cada uno le corresponde su barrio, el del Chaghur, el de Midan, el de la Salhiyé…”, explicó en entrevista con Al Mayadeen español.
Para Mahmud, las cualidades más importantes de un musaharati son la nobleza, la espiritualidad y una voz armónica, capaz de romper suavemente el silencio nocturno.
Hace muchos años atrás, cuando él aún era un niño, adoraba el sonido del tambor que lo despertaba todas las madrugadas.
Ahora durante cada mes sagrado practica este oficio y añade improvisaciones a las frases tradicionales:
"Despertad y den las gracias a Dios
despertad para el suhur
es tiempo de Ramadán".
Este año, como en los anteriores, él realizó su misión de manera voluntaria; sin embargo, la gente siempre le ofreció algo porque "dar y compartir son los actos claves de Ramadán".
"El musaharati es puente con otras personas. Yo conozco a toda la gente de mi barrio, pobre, rica, viuda, huérfana, entonces, reparto las donaciones y comidas recibidas que están en mi cesto. ¡De los unos a los otros, pero discretamente, es lo que se llama: ‘zakat el fitr’!"
Así y a pesar de todas las evoluciones tecnológicas, Mahmud Sawan y otros tamborileros hicieron competencia a los smartphones, para perpetuar la tradición.