Al Quds: la ciudad que se imagina
Las murallas de Jerusalén, sus puertas y sus calles acunan relatos secretos de una historia milenaria.
Ciudad que sueña, invoca. Lugar forjado por las armas, en una lucha que pareciera la primera y la peor de las batallas. Al Quds: ciudad natal, ciudad memoria, ciudad olvido, ciudad vida y ciudad sin vida: ciudad-poema.
Aun así, la Ciudad Vieja Al Quds es un alumbrón de un incendio inextinguible. Su interior está prácticamente intacto y no podría ser de otro modo, así son los milagros en la ciudad-santa.
Según estudios académicos, hasta el siglo XIX, Al Quds solo estaba formada por la Ciudad Vieja, de un único kilómetro cuadrado. Hoy día los turistas pueden apreciar que su muralla tiene tres metros de grosor y, por tanto, los ejércitos invasores podían haberla atacado con facilidad.
Los arqueólogos y arquitectos señalan, además, que existen pocas defensas, y que no se construyeron en lo alto de una montaña o alrededor de una fosa para dificultar el acceso, como se hizo con otras fortalezas.
Al igual que las murallas de la Ciudad Vieja, sus puertas e incluso sus topónimos guardan relatos. La prueba visual más antigua se encuentra en un mosaico que se descubrió en Madaba. El mosaico, bajo una iglesia, mostraba imágenes de las cuatro puertas situadas hoy en los mismos lugares.
Quizás una de las entradas más concurridas de la Ciudad Vieja sea la única orientada al oeste, Bab Al-Khalil o Puerta del Amigo. Su nombre es similar al de la carretera que llega al sur, Al-Khalil.
Al norte de la Ciudad Vieja está la puerta Bab Al-Amud, entrada al mercado árabe y al barrio musulmán. En español, en cambio, se conoce como Puerta de Damasco por su orientación hacia la capital siria.
También al norte se encuentra la Bab il-Zahar, derivada de la palabra zahar que significa “gente que se queda hasta tarde”; hasta el siglo XIX, las murallas de la ciudad se cerraban cuando caía el sol tras los rezos islámicos de la tarde.
Solo quedaba abierta esta puerta, y se llamó así por la gente que permanecía despierta hasta entrada la noche. El vocablo zahar, sin embargo, se parece mucho al término árabe para flor, zahre.
Frente del Monte de los Olivos, en la muralla este de la ciudad, se halla una de las puertas originales construidas por orden del Sultán Suleimán, la Bab al-Rahma o Puerta Eterna, que actualmente se encuentra cerrada.
En cambio, la Bab El Magharbeh o Puerta de los Marroquíes está situada cerca del ángulo sureste. Por ese lugar entran las fuerzas israelíes a reprimir a los fieles, esto lo convierte en un sitio de enfrentamientos entre palestinos y colonos israelíes.
Al Quds resulta, pues, una ciudad toda imaginándose en dolor, clarificándose en metáforas, interrogándose con dureza. Hay pasajes tristes en sus calles, décadas de guerra, pero destaca dentro de esos oscuros, la riqueza de la vieja ciudad, de muro en muro, de puerta en puerta. Tal vez es a ello lo que se refiere la traducción de su nombre: Ciudad Santa.