El bordado de Palestina traza su camino
La artista alemana Hayka Weber es la fundadora del proyecto de bordados Anat en Siria. ¿Conoces su historia?
Hayka Weber es una artista alemana enamorada del Medio Oriente, de su bordado, su misterio y sobre todo de la causa palestina.
De a poco, convirtió esta pasión en su hogar, sin importarle otros obstáculos como la guerra o la inestabilidad económica en la región.
Una mujer cosmopolita
Weber vivió su infancia en Alemania, su juventud en el Líbano y Palestina, y luego se quedó definitivamente en Damasco, Siria.
“Todos esos países se parecen. No hay fronteras para extender el saber. De modo que las civilizaciones se completan por las riquezas que pueden intercambiar”, afirmó en entrevista con Al Mayadeen español.
Según explicó, el bordado palestino es en realidad una artesanía hecha por manos de una parte de Siria, del Líbano y de Galilea.
“Cuando vi por primera vez estas piezas, caí bajo su hechizo. Pensé en la profundidad de algo que no es solo un modelo decorativo”, reflexionó.
Desde entonces, quiso aprender todo sobre el profundo espíritu de esta herencia, por ejemplo, sus inscripciones, símbolos y antigüedad.
Un amor secreto
El amor de Hayka por el bordado es un gran misterio que nació gracias a su suegra y su primera profesora de origen palestino.
“Día tras otro, creció en mí la curiosidad de descubrir la tela, como para cualquier lengua, cualquier ciencia”, aseguró.
Para ella, el método esconde una gran ideología antigua en la que el ciclo de la vida y la naturaleza desempeñan un papel determinante.
Orgullosa de Anat
Después de muchas averiguaciones, Hayka creó el proyecto de bordados Anat con el objetivo de preservar y desarrollar el patrimonio levantino.
El nombre del grupo no fue una elección al azar, Anat era la diosa de la caza y del poder en la época de los cananeos, antiguos pobladores de la región.
Como recordó Hayka, su iniciativa comenzó antes del conflicto sirio con unas 50 mujeres y luego se desarrolló rápidamente hasta llegar a unas mil costureras de varias gobernaciones.
Muy pronto inició cursos para las sirio-palestinas en el campo de Yarmouk, al sur de Damasco, convencida de poder ayudarlas en algo.
“Yo decía que ‘como los productos chinos inundan los mercados, nosotros debemos centrarnos en productos locales, artesanales, de herencia oriental’. Y las manualidades son la esencia misma de la vida”, explicó.
Para esta emprendedora, el trabajo hecho de forma manual debe ser orgullo de una nación, porque ofrece "seguridad y resiliencia".
“El ser humano está vinculado con la naturaleza desde siempre, con lo ‘natural’. Ha inventado todo sin ningún recurso artificial, utilizando solo los cinco sentidos. ¡Y debe seguir así!’’, comentó.
¿Qué tal el porvenir?
Hayka parece un poco pesimista en cuanto al porvenir de su “niño mimado”, como le llama a su trabajo cariñosamente.
Ahora, el proyecto solo tiene 30 artesanas y todas laboran desde sus casas por las dificultades para conseguir un local fijo.
Asimismo, presentan muchos problemas de marketing y ventas, además de la inflación y la falta de turismo.
Afortunadamente, al ver su firmeza y determinación, la galería Zawaya, en el centro de Damasco, les propuso un espacio para exponer sus productos y continuar con su misión.