Cómo sancionar a Rusia puede ser inútil
Las sanciones a Rusia están demostrando tener más daño en los Estados que las imponen que en la economía rusa, informa The Hill.
De acuerdo con el geoestratega y escritor indio Brahma Chellaney, las sanciones occidentales contra Rusia son una trampa.
Las sanciones y la escalada bélica impulsan los precios mundiales de las materias primas y la energía, lo que se traduce en más ingresos para Moscú a pesar de la considerable caída de las exportaciones. Y, al avivar la inflación, el aumento de los precios en el extranjero supone una dificultad política en casa para quienes están detrás de las sanciones.
En un artículo de opinión para The Hill, Chellaney afirma que, a pesar de estar aislada de las finanzas mundiales, la moneda rusa se ha recuperado enormemente gracias a la intervención gubernamental.
Además, el yen japonés (la tercera moneda más negociada del mundo) ha caído a su nivel más bajo de los últimos 20 años frente al dólar estadounidense, situándose este año como la moneda de peor rendimiento de las 41 analizadas, peor que el rublo, a pesar de que éste ha seguido el ejemplo de Estados Unidos en su posición sobre Rusia.
Chellaney sostiene que la inflación incontrolada y las interrupciones en la cadena de suministro están poniendo en peligro los beneficios de las empresas occidentales, mientras que las subidas de los tipos de interés para combatir la inflación agravan una situación ya de por sí difícil para los consumidores. Abril se convirtió en el peor mes de Wall Street desde la caída de marzo de 2020 provocada por la pandemia.
A pesar de que su economía está sufriendo como consecuencia de las sanciones occidentales, Rusia está haciendo su parte para mantener altos los precios internacionales de la energía y de las materias primas, especialmente cortando el suministro de gas a Polonia y Bulgaria. Moscú podría subir aún más los precios con mayores contra-sanciones, sin dejar de proteger sus ingresos por exportación, afirma.
Chellaney afirma que Rusia es sencillamente uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales y el mayor exportador de gas natural, uranio, níquel, petróleo, carbón, aluminio, cobre, trigo, fertilizantes y metales preciosos como el paladio, más valioso que el oro y muy utilizado en los convertidores catalíticos.
Sostiene que, por desgracia, los que verdaderamente sufren el conflicto son los países más pobres.
El autor describe cómo cada día es un recordatorio de que "este conflicto no es sólo sobre el control de Ucrania o su estatus futuro. Más bien, se trata de una nueva Guerra Fría en toda regla entre Washington y Moscú, con Europa como escenario de la creciente confrontación".
Las atrevidas afirmaciones de Biden de insinuar y pedir un cambio de régimen en Rusia también contradicen sus anteriores declaraciones al principio de la guerra de que una confrontación directa significa la Tercera Guerra Mundial, algo que debe evitarse.
El autor afirma que las sanciones, aunque históricamente han funcionado mejor contra estados más pequeños y vulnerables, "Las actuales sanciones occidentales podrían tardar años en dañar seriamente la economía rusa".
Dice que esto se demuestra con el incesante suministro de armas a Ucrania por parte de Biden.