La realidad iraní bajo el prisma de los tanques pensantes estadounidenses
Como parte de la formulación de la política de máxima presión orquestada por la administración Trump contra Irán, también los tanques pensantes estadounidenses –en la consecución de los intereses políticos de Washington en el Medio Oriente– se afanan por brindar un análisis distorsionado de los últimos actos vandálicos escenificados en diferentes partes de la geografía iraní.

Como parte de la formulación de la política de máxima presión orquestada por la administración Trump contra Irán, también los tanques pensantes estadounidenses –en la consecución de los intereses políticos de Washington en el Medio Oriente– se afanan por brindar un análisis distorsionado de los últimos actos vandálicos escenificados en diferentes partes de la geografía iraní.
Los especialistas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), que desde hace un tiempo vienen monitoreando las manifestaciones antigubernamentales en países como El Líbano e Irak, evalúan la realidad iraní como una oportunidad para acelerar el colapso de la República Islámica.
Asimismo, el Consejo Estadounidense de Política Exterior apunta que las actuales protestas en Irán “son parte de una extensión y aceleramiento en el tiempo de viejas manifestaciones de disconformidad popular contra el sistema político imperante” y que hoy abarcan todo el territorio nacional.
De acuerdo con ambos centros de investigación, los disturbios allí son supuestamente organizados por activistas de diversos orígenes sociales contra las decisiones económicas y políticas tomadas por del liderazgo iraní, al que califican de impopular.
Otro tanque pensante, el Instituto de Washington, coincide en denostar el gobierno de Teherán y promover la matriz de opinión de que las recientes manifestaciones son el resultado de un inveterado descontento de masas.
Igualmente, intenta sostener que las manifestaciones son espontáneas y que no están coordinadas por algún movimiento organizado desde el exterior.
Al referirse a las posibles oportunidades u opciones de Estados Unidos para tratar de influir en esos acontecimientos internos, aunque limitados, dicho instituto señala que Washington debería usar programas que ya ha usado en Cuba, por ejemplo, "para permitir a los ciudadanos que superen las medidas de prohibición de internet", además de incitarlos a fortalecer la democracia y protestar seriamente contra el bloqueo de las cuentas de líderes extranjeros en redes sociales con sede en Estados Unidos”.
No obstante, el Instituto de Washington estima que "el cambio político en Irán parece menos probable que en otros escenarios, dado lo bien que el gobierno de Teherán está preparado para contener a la oposición".
Lo que no expresan ninguno de estos estudios es que decenas de miles de iraníes han retomado las calles del país para expresar su rechazo a los recientes disturbios que pusieron en riesgo a la nación y denunciar los actos de violencia y los altercados que tuvieron lugar la semana pasada durante las protestas pacíficas por el alza de los precios de la gasolina.
Tampoco refieren que grupos de alborotadores, apoyados por países extranjeros, entre ellos Estados Unidos y Arabia Saudita, aprovecharon la situación para infiltrarse en las marchas pacíficas, atacar infraestructuras y propiedades públicas para subvertir el orden y amenazar la seguridad nacional.
En rueda de prensa efectuada este lunes, el portavoz de la cancillería iraní, Abbas Mousavi, denunció las injerencias de EEUU en las recientes protestas y alertó que Washington planea aumentar las tensiones en el país.
“El apoyo que ofreció EEUU a los alborotadores significa una injerencia en los asuntos internos de Irán, y se engloba en la política hostil de máxima presión de las autoridades estadounidenses”, dijo el vocero.
Para Mousavi, los comentarios estadounidenses sobre los actos vandálicos en Irán no son un “gesto de amistad y benevolencia”, más bien “buscan agravar las tensiones”.