Crisis del petróleo y Covid-19 rebajan plan armamentista saudita
La debacle de los precios del petróleo y la pandemia de la Covid-19 causaron una crisis presupuestaria en Arabia Saudita que la obligarán a disminuir compras de armas a través de las cuales se sostuvieron sus relaciones con las principales potencias mundiales, vaticinó el diario británico The Guardian.
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Crisis del petróleo y Covid-19 rebajan plan armamentista saudita.
La debacle de los precios del petróleo y la pandemia de la Covid-19 causaron una crisis presupuestaria en Arabia Saudita que la obligarán a disminuir compras de armas a través de las cuales se sostuvieron sus relaciones con las principales potencias mundiales, vaticinó el diario británico The Guardian.
“No tengo dudas, este es el final de una era. La era del golfo y todo ese dinero ha terminado”, resaltó Bruce Riedel, del Instituto Brookings, con sede en Washington, y veterano de 30 años de la Agencia Central de Inteligencia, quien ha servido como asesor en asuntos de Medio Oriente en la Casa Blanca.
Durante décadas, este gasto ha reforzado la influencia política del reino, apuntó.
“Si Arabia Saudita no fuera por mucho uno de los mayores compradores de armas del mundo, aseguró, lo más probable es que no podría contar con el apoyo de las poderosas potencias occidentales”.
“Uno de los resultados de esas operaciones es que estás comprando relaciones”, afirmó Andrew Feinstein, un experto en corrupción y del comercio mundial de armamentos.
Andrew Smith, de la Campaña contra el Comercio de Armas, dijo: “Espero que en el corto plazo aplacen compras grandes, como un nuevo conjunto de aviones de combate, por ejemplo, que Reino Unido ha negociado durante bastante tiempo”.
The Guardian destaca que el Reino puede verse obligado a renunciar a contratos de armas y retrasar los acordados a medida que la crisis económica y financiera avanza sobre el mayor exportador mundial de petróleo.
El retraso en honrar esos acuerdos de suministros militares podría tener repercusiones políticas a largo plazo para el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, el gobernante de facto del reino que libra una guerra sangrienta con el vecino Yemen.
Otro experto, Gerald Feierstein, exembajador de Estados Unidos en Yemen, dijo que para Riad tal vez no sería tan difícil retrasar o cancelar contratos de armas, pero tendría que respetar los mantenimientos para conservar la operatividad de su fuerza actual.
Feierstein reveló que Arabia Saudita trató en el pasado de renegociar cronogramas de pago, con solicitudes de extensión durante largos períodos de tiempo.
“…cuando Mohammed bin Salman llegó a la Casa Blanca y Trump levantó ese gráfico de cartón con 100 mil millones de dólares en ventas, era una aspiración”, indicó el diplomático.
La mayoría de esas adquisiciones nunca se firmaron, simplemente se sacaron del aire, apostilló.
El príncipe heredero también debe tomar en cuenta la perspectiva de un triunfo en noviembre de Joe Biden, el precandidato demócrata a la presidencia.
Biden ya dijo que reduciría las ventas de armas de Estados Unidos a Arabia Saudita.
“Creo que la crisis financiera va a afectar todos sus gastos”, adelantó Kirsten Fontenrose, quien fue directora principal de asuntos del Golfo en el Consejo de Seguridad Nacional en el gobierno de Trump.
Ella sugirió que, en lugar de anunciar recortes en el gasto, los sauditas apostarán a los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses y ver si se concreta el anuncio de Biden.
“Esa sería una forma de escapar de las repercusiones políticas y mantener parte de su influencia en el sector privado”, aseveró.
Según Riedel, sobre alrededor de 85 dólares por barril en el mercado mundial sería lo óptimo para que Arabia Saudita mantenga su presupuesto.
El reino va hacia números rojos con el consumo de sus reservas que disminuyeron de 750 mil a 500 mil millones en los últimos cinco años.
Por un lado, una de las medidas adoptadas para evitar una caída económica estrepitosa consistió en triplicar el impuesto al valor agregado y recortar beneficios al sector público.
Y, por el otro, el fondo soberano saudita, controlado por el Mohammed bin Salman, aspira a adquirir 80 por ciento de la participación en el club de fútbol inglés Newcastle y gastó cientos de millones de dólares en acciones de Carnival Cruise y en Live Nation, la organizadora de conciertos más grande del mundo y promotor de eventos.