Duterte no autorizará bases militares de EE.UU. en Filipinas
El dignatario afirmó, en este sentido, que la diplomacia era el mejor enfoque porque la alternativa de ir a la guerra contra los chinos era contraproducente para los intereses nacionales de Filipinas, no sin antes admitir que Manila no podía permitirse el lujo de embarcarse en una aventura bélica de consecuencias impredecibles.
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El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte.
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, declaró que el Congreso descarta permitir a los estadounidenses volver a establecer bases en el país.
“Si estalla la guerra, habrá arsenales atómicos” que garantizarían la extinción de la raza filipina”, afirmó, en alusión a la escalada de tensiones entre Washington y Pekín en el mar de la China Meridional.
El mandatario no aportó más detalles sobre el Acuerdo de Fuerzas Visitantes (FVA) con EE.UU. que lo había cancelado a principios de este año en curso, para luego decidir suspenderlo en el mes de junio.
Durante la mayor parte del siglo XX, muchas de las tropas estadounidenses estuvieron desplegadas en las dos bases más grandes y extensas que tuvieron abiertas y operativas fuera del territorio de EE.UU., es decir, la base aérea Clark y la base naval Subic, en Filipinas, de cuyas instalaciones se retiraron en 1992.
En otro momento durante su discurso, presentado ante una pequeña audiencia debido al distanciamiento social por la pandemia del coronavirus, Duterte reiteró que no se enfrentaría a Pekín en un hipotético choque por la soberanía del mar de la China Meridional.
El dignatario afirmó, en este sentido, que la diplomacia era el mejor enfoque porque la alternativa de ir a la guerra contra los chinos era contraproducente para los intereses nacionales de Filipinas, no sin antes admitir que Manila no podía permitirse el lujo de embarcarse en una aventura bélica de consecuencias impredecibles.
“China está reclamando (el mar), lo estamos reclamando. China tiene las armas, nosotros no (...) Así que es así de simple. Están en posesión de la propiedad”, lamentó el mandatario filipino para luego recalcar que, ante tal coyuntura, “¿qué podemos hacer? Tenemos que ir a la guerra. Y no lo puedo permitir. Quizás algún otro presidente pueda. Pero yo no. Estoy indefenso en este aspecto, te lo digo, y estoy dispuesto a admitirlo”.