Los pros y los contras del acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e (Israel)
Del acuerdo diplomático, con partidarios o detractores dada su naturaleza histórica, hay una conclusión irrefutable: (Israel) fue el mayor vencedor, opina Foreign Policy.
Del acuerdo diplomático entre Emiratos Árabes Unidos e (Israel), con partidarios o detractores dada su naturaleza histórica, hay una conclusión irrefutable: (Israel) fue el mayor vencedor, opina Foreign Policy.
El régimen de Tel Aviv y en específico, su primer ministro, Benjamín Netanyahu, obtuvieron un gran éxito, pues, al suspender las amenazas de anexar partes de Cisjordania, ganan la plena normalización de las relaciones con Abu Dhabi.
Y en todo caso, se alejan de una promesa que era popular, pero nunca realista, y se embolsan la normalización con un poder árabe en ascenso a cambio de algo que sería improbable y no estaba en el interés de (Israel) a largo plazo.
En los círculos diplomáticos eso es lo que se llama un golpe, dice la publicación estadounidense.
Mientras, Emiratos Árabes Unidos también obtienen lo suyo, en tanto, tras cerrar el trato, consolidan un estatus de liderazgo en el mundo árabe.
Medio Oriente en conjunto es probable reciba beneficios ante cualquier enfriamiento de las tensiones y de la diplomacia positiva.
Pero vale la pena moderar las expectativas sobre los efectos del acuerdo en la seguridad regional. Después de todo, los Emiratos Árabes Unidos e (Israel) nunca se han enfrentado entre sí ni se han considerado enemigos tradicionales.
Entonces, llamarlo "acuerdo de paz", como ya lo ha hecho la administración Trump, es un poco exagerado. Si acaso representa el reconocimiento formal de lazos bilaterales existentes y el comienzo de un proceso diplomático, por lo que los logros más amplios pueden tardar en llegar.
El acuerdo también tiene que sobrevivir a la oposición política de algunos en la comunidad ultraconservadora de (Israel), a causa de que un incumplimiento de las promesas sobre Cisjordania, todo se perdería.
Si el elefante en la sala, Arabia Saudita, se une a la fiesta diplomática, es entonces cuando los elogios por el trato deberían duplicarse e incluso triplicarse, describe Foreign Policy.
Arabia Saudita, no los Emiratos Árabes Unidos, es el premio más grande para (Israel) en términos de reconocimiento diplomático. Y es Arabia Saudita, no los Emiratos Árabes Unidos, quien tradicionalmente habla en nombre del mundo musulmán y cuyo rey es el Custodio de las Dos Mezquitas Sagradas.
El efecto dominó árabe ocurrirá en el momento en que los sauditas se sumen, estima la publicación.
Pero, ¿dónde está Riad en todo esto?
No hay evidencia sobre un rompimiento de Emiratos Árabes Unidos con Arabia Saudita, aunque parece que Abu Dhabi seguía adelante y trazaba un rumbo cada vez más independiente.
Primero, Abu Dhabi retira sus tropas de Yemen y deja colgado a su socio de la coalición, y ahora esto, e incluso si Arabia Saudita firma el acuerdo, una posibilidad que Trump dejó abierta al decir que otros estados árabes podrían unirse a este acuerdo pronto, sería recordado para siempre como un seguidor, no como un iniciador.
La historia árabe no sería amable con los sauditas por abdicar de su liderazgo frente a su socio menor.
Tal vez esta fue una recomendación saudita desde el principio, coordinada con los emiratíes.
También es posible que primero quieran ver cómo se recibe el acuerdo en el mundo árabe y, lo que es más importante, en Teherán, el archienemigo, y sobre esa base, determinar si unirse o distanciarse.
Los iraníes criticarán el acuerdo y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica etiquetará a los emiratíes de traidores, pero lo que importa serán las acciones y eso podría ser lo que Riad espera.
También vale la pena recordar que la posición saudita es diferente a la de los emiratíes.
El acuerdo implica riesgos mínimos para los emiratíes, pero no es así para el reino del desierto, porque si el abraza a (Israel), sin un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos sobre el tema de Jerusalén, el pueblo saudita podría rebelarse, o al menos lo harían los clérigos del país, y eso es algo que el príncipe heredero, Mohammed bin Salman simplemente no puede permitirse.