El legado fallido de Trump en Medio Oriente
En esencia, la táctica de Trump en Medio Oriente fue alinear a Estados Unidos, (Israel), Arabia Saudita y otros estados árabes musulmanes sunitas en una campaña contra el musulmán chiita Irán.
El legado de política exterior más positivo del presidente estadounidense, Donald Trump, serán los acuerdos de normalización de relaciones de (Israel) con tres estados árabes y el acuerdo de paz con el talibán de Afganistán, refiere The Washington Post.
Pero sus campañas de “máxima presión” para desarmar a Corea del Norte y “democratizar” Venezuela fracasaron, al igual que recurrir a aranceles contra China a fin de doblegar su empuje económico, mientras están en ruinas los lazos con los aliados cercanos de Estados Unidos en Europa.
En Medio Oriente, hay una historia más grande y negativa que no se reveló en la ceremonia de la Casa Blanca entre los líderes de (Israel), Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, sino durante una reunión en la oficina presidencial, en la cual Trump consultó a sus asesores respecto a un bombardeo contra Irán.
El equipo de seguridad nacional rechazó la idea y mostró una vez más que la estrategia general de Trump en los últimos cuatro años llevó a un callejón sin salida.
En esencia, la táctica de Trump en Medio Oriente fue alinear a Estados Unidos, (Israel), Arabia Saudita y otros estados árabes musulmanes sunitas en una campaña contra el musulmán chiita Irán.
El saliente jefe de la Casa Blanca tenía la intención de repudiar el acuerdo nuclear con la República Islámica, porque era el logro más destacado de la política exterior de Barack Obama.
Pero esa política fracasó en todos los aspectos y pese a las inhumanas sanciones y al asesinato de un importante general, el gobierno iraní no colapsó ni redujo su influencia en la región.
Tras la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear, Teherán aumentó su producción de uranio enriquecido y almacena ahora una cantidad 12 veces mayor a la que cuando Trump asumió el cargo.
La estrecha alineación de Trump con el reino saudita lo llevó a excusarlo de su creciente agresión extranjera y represión interna, desde el criminal bombardeo de escuelas y mercados en Yemen hasta el asesinato y desmembramiento del periodista exiliado Jamal Khashoggi.
Su apoyo incondicional al primer ministro israelí de derecha, Benjamin Netanyahu, le llevó a respaldar un supuesto “plan de paz” que solo favorece al régimen de Tel Aviv y provocó la ruptura de relaciones entre israelíes y palestinos.
Quizás lo más significativo es que Trump logró lo contrario de lo que dijo que quería cuando se postuló para presidente: sacar a Estados Unidos del Medio Oriente y sus "guerras interminables".
Obama tenía el mismo objetivo, y el acuerdo con Irán formaba parte de ese plan, prevenir la presunta mayor amenaza para Estados Unidos e (Israel), un arsenal nuclear iraní, y luego promover un equilibrio en la región entre los chiítas liderados por Irán y sunitas liderados por Arabia Saudita.
Trump restauró la amenaza de una bomba nuclear iraní, alentó la guerra sectaria que querían los extremistas sunitas y chiítas, y luego alineó completamente a Estados Unidos con el lado sunita, haciendo imposible la desconexión de la región, según el diario capitalino.
Terminó enviando otros miles de fuerzas estadounidenses a Medio Oriente para defender los campos petroleros de ataques que achacó sin pruebas a Teherán y aunque anunció una reducción, mantuvo fuerzas norteamericanas en Iraq y Siria.
Los acuerdos de (Israel) y los estados árabes fueron el lado positivo de ese desastre: la alianza anti-Irán respaldada por Estados Unidos unió a judíos y árabes, aunque si Estados Unidos hubiera estado al margen, ese acercamiento hubiera ocurrido de todos modos, asegura el Post.
Después de todo, los estados árabes se han acercado a (Israel), la superpotencia militar local, para protegerse de una retirada estadounidense de la región.
Entonces, ¿qué hace el presidente electo Joe Biden con ese lío?
Primero, querrá recordar los errores que él y Obama cometieron durante su mandato; sobre todo, juzgar erróneamente que un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos es la clave para la región y convertirlo en una prioridad, aunque haya una manifiesta falta de voluntad de los líderes actuales en ambos lados.
Pero luego debería revivir la estrategia de equilibrio de Obama, que permite a Estados Unidos alinearse contra la agresión y los abusos de los derechos humanos tanto de Irán como de Arabia Saudita y alejarse de Medio Oriente al que aspiraban los dos últimos presidentes.