La administración Biden podría descarrilar los Acuerdos de Abraham, sostiene The Washington Post
De acuerdo con un reporte del Washington Post, con el anuncio la semana pasada de que la nueva administración revisará la venta de un lote de aviones de combate a los Emiratos Árabes Unidos, uno de los logros diplomáticos más importantes en Medio Oriente podría estar en cuestión.
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La administración Biden podría descarrilar los Acuerdos de Abraham. No debe.
De todos los logros de la administración Trump, el que menos parecía caer bajo el presidente Biden y un Congreso de mayoría demócrata eran los Acuerdos de Abraham, pero ya no.
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De acuerdo con un reporte del Washington Post, con el anuncio la semana pasada de que la nueva administración revisará la venta de un lote de aviones de combate a los Emiratos Árabes Unidos, uno de los logros diplomáticos más importantes en Medio Oriente podría estar en cuestión.
Estos acuerdos innovadores entre (Israel) y los EAU, Bahrein, Sudán y Marruecos podrían significar seguridad para la entidad israelí y una estabilidad regional más amplia que ha eludido a Medio Oriente desde la caída del Imperio Otomano. Pero también representan una alineación fundamental de intereses entre Estados Unidos y todos sus aliados en la región contra su adversario regional, Irán y sus aliados.
Los acuerdos fueron en gran medida el resultado del valor político y la visión geopolítica del príncipe heredero de los EAU, Mohammed bin Zayed o "MBZ", como se le conoce. Sin excepción, todos los líderes militares y políticos a los que The Washington Post ha entrevistado en las últimas dos décadas han aclamado a los EAU especialmente como el socio árabe fundamental para la paz y la estabilidad en Medio Oriente.
En una presentación en la Biblioteca Nixon el año pasado, el exsecretario de Defensa Jim Mattis se refirió cariñosamente a los EAU como la "pequeña Esparta", y todo estudioso de la región conoce las capacidades de sus fuerzas especiales, que han servido durante mucho tiempo junto a las tropas estadounidenses en Afganistán, y de su fuerza aérea, que entrena habitualmente con los mejores aviadores estadounidenses durante los ejercicios de "Bandera Roja" en el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Nevada.
En 2011, los EAU comprometieron seis F-16, entre otros aviones de combate para participar en las patrullas que hacían cumplir la zona de exclusión aérea impuesta por las Naciones Unidas sobre Libia. Algunos de esos aviones sobrevuelan (Israel) de camino a su estación. La cooperación con (Israel) y los EAU ha ido creciendo durante años y floreció en los Acuerdos de Abraham.
Cuando Bahrein se unió a los acuerdos, los observadores experimentados sabían que la familia real saudita también los había firmado, aunque se negara a hacerlo públicamente. Esto supone un cambio sísmico en la región que, como un temblor californiano que derriba un edificio, no puede pasar inadvertido.
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Sin embargo, el alcance de este terremoto geopolítico ha eludido a los observadores de Medio Oriente, por lo demás muy agudos. ¿Síndrome de enajenación de Trump, tal vez? Deshágase de esa condición debilitante. Se trata de cambios que potencian al nuevo equipo de Biden, además de proporcionar un auténtico legado a los diplomáticos de la era Trump que ayudaron a forjarlos. La diplomacia, y no el conflicto armado, puede ocupar ahora el centro del escenario en Medio Oriente si no se rechaza reflexivamente por estar vinculada a los años de Trump.
Un aspecto fundamental de los acuerdos era un pacto paralelo por el que Estados Unidos vendería a los EAU 50 cazas F-35. Los contratos están firmados. El Congreso se negó a bloquear la venta. El acuerdo está hecho.
Lo que nos lleva de nuevo al anuncio de la administración Biden de "revisar" la venta. Ahora bien, puede que se trate de una astuta maniobra del nuevo presidente y del secretario de Estado Antony Blinken que les llevaría a dar su bendición a los enormes cambios puestos en marcha por los acuerdos.
Los veteranos de las mesas de negociación de Medio Oriente saben que a medida que los ejércitos árabes se levantan, las fuerzas estadounidenses pueden retirarse y nuestros diplomáticos pueden asumir mayores funciones. También saben que (Israel) no tiene ninguna objeción a la venta (lo sabríamos si fuera el caso). Estados Unidos garantiza a (Israel) una "ventaja militar cualitativa" en la región, y los F-35 de los EAU no comprometen ese compromiso. De hecho, aumentan la seguridad de (Israel).
Según la publiación estadounidense, los iraníes no están contentos de que los EAU puedan ser compinche de Washington en cualquier conflicto futuro con los mulás de Teherán. Y a los palestinos les molesta que se haya anulado su veto sobre el "proceso de paz", a pesar de que fue el artículo de opinión publicado en un periódico israelí por Yousef al-Otaiba, embajador de los EAU en Estados Unidos, en el que se vinculaba el progreso diplomático en la región con el fin de la expansión de los asentamientos en los territorios controlados por "Israel", lo que lanzó el avance diplomático.
De hecho, a medida que cambia la guardia del liderazgo entre los palestinos, la situación repentinamente fluida en la región puede beneficiar también a los palestinos. Liberados de la obligación de liderar el proceso de paz en curso, los palestinos están facultados para alcanzar el mejor acuerdo posible con todos los actores, reconociendo que ya no pueden dar luz verde ni detener las negociaciones.
Los F-35 son, en cierto modo, el pegamento crucial que mantiene unidos los intereses de Estados Unidos en la región. Con los aviones, se produce el entrenamiento y el mantenimiento, las asociaciones de bajo nivel, pero de alto rendimiento que unen a las naciones. También representan un bloque frente a China, que está ansiosa por vender su armamento como medio para ampliar su acceso e influencia en todo el mundo.
Puede que el equipo de Biden haya hecho algo sabio al anunciar una revisión de este contrato. Ahora debe hacer algo más sabio completando rápidamente la revisión, acelerando la venta (y las líneas de producción en Dallas-Fort Worth) y celebrando los Acuerdos de Abraham como el cambio de juego que son, concluye The Washington Post.