Gobierno de Biden indeciso con Rusia
Desde el primer día, Biden quiso diferenciarse de su antecesor (percibido como demasiado solícito de Vladimir Putin), y también más cercano a los esfuerzos de los presidentes George Bush y Barack Obama para encontrar formas de desarrollar una mejor relación de trabajo con el Kremlin.
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Gobierno de Biden indeciso con Rusia
El gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, anunció sanciones a funcionarios y entidades rusos en respuesta al episodio del opositor Alexei Navalny y es probable que adopte más medidas punitivas en las próximas semanas, segú comentó un artícuo publicado en la revista National Interest.
Aunque el equipo de Biden deja claro que no habrá intentos de recomponer las relaciones con Moscú, también busca oportunidades para colaborar en áreas de interés.
Al igual que con las medidas anunciadas en relación con el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, las medidas rusas intentan equilibrar los intereses estadounidenses contradictorios y en competencia.
Desde el primer día, Biden quiso diferenciarse de su antecesor (percibido como demasiado solícito de Vladimir Putin), y también más cercano a los esfuerzos de los presidentes George Bush y Barack Obama para encontrar formas de desarrollar una mejor relación de trabajo con el Kremlin.
Esas medidas estaban destinadas a sentar un marcador de que la actual Casa Blanca no dudaría en "rechazar" acciones tomadas por Rusia que Washington considera objetables.
Pero es evidente que el equipo de seguridad nacional no tiene una posición unificada sobre dos cuestiones críticas.
La primera es lo que podría denominarse la cuestión "declinista": ¿Rusia, bajo su administración actual, está experimentando un declive rápido y quizás permanente en las fuentes de su poder nacional (especialmente económico), así como una erosión en la legitimidad del régimen mismo?
La segunda es si vale la pena adoptar medidas más contundentes contra Moscú y anular así el probable apoyo ruso a las iniciativas estadounidenses contra Irán y Corea del Norte.
Para quienes mantienen la posición "declinista" y no creen que Rusia sea capaz o esté dispuesta a brindar asistencia real a Estados Unidos, una postura que muchos miembros del Congreso sostienen como uno de los últimos puntos de consenso bipartidistas, entonces las medidas anunciadas por el gobierno son demasiado pequeñas y no lo suficientemente fuertes.
Sin embargo, parece que el propio equipo del presidente Biden, por mucho que desconfíe y disguste el gobierno de Putin, aún no está preparado para apostar a que Rusia está en sus últimas etapas o que Moscú carece de los recursos para oponerse a Estados Unidos.
Junto a esos debates, está la cuestión de cómo la acción contra Moscú afecta a dos relaciones más importantes para Washington: las de Berlín y Beijing.
La canciller federal alemana, Angela Merkel, y su gobierno no están del todo satisfechos con la dirección de la Rusia de Putin, pero también que no seguirá donde Estados Unidos lleva ese asunto.
Quizás fue significativo que, al menos en lo que respecta al asunto de Navalny, la Casa Blanca eligió igualar, y no exceder, las medidas tomadas por la Unión Europea.
La competencia estratégica final es con China y hay preocupación de que un enfoque excesivo en Rusia permita que Beijing siga consolidando su posición en la arena internacional.
A medida que los equilibrios de poder continúan inclinándose a favor de Beijing, habrá una oportunidad para alentar a Moscú a reconsiderar la profundidad de su asociación estratégica con el gigante asiático.
Podemos escuchar ecos de los enfoques anteriores del equipo del expresidente Barack Obama para garantizar que, en cualquier medida impuesta a Moscú, existan claras "salidas" que pudieran brindar oportunidades para la normalización, dice National Interest.
Y en todo caso los intentos del gobierno de Biden para forjar un fuerte consenso euroatlántico contra China, requeriría de un compromiso con Alemania sobre la política de Rusia para unirse a Washington.
Biden puede afirmar que respondió a acciones rusas y defendió valores estadounidenses al imponer costos al gobierno de Putin, pero sus críticos señalarán el conjunto actual de sanciones como un ejercicio simbólico.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, respondió a las acciones de Estados Unidos con advertencias de que las relaciones entre Washington y Moscú se deteriorarán aún más, mientras que las sanciones diseñadas por Estados Unidos no afectan con seriedad a ninguna de las prioridades rusas clave.
La retórica y la realidad no se superponen del todo, pero tendremos que ver en qué dirección se mueve el equipo de Biden sobre Rusia en los próximos meses.