Aleida Guevara March responde misiva de prisioneros palestinos
Aleida Guevara March responde misiva enviada por prisioneros palestinos: "Mientras tengamos un hálito de aliento nadie podrá vencernos. ¡Hasta la Victoria siempre!"
Aleida Guevara March, hija del Comandante Ernesto “Che” Guevara, envió a Al Mayadeen Español, una carta dirigida a los prisioneros palestinos en las cárceles sionistas: Aahed Ghulma, Thabet Mardawi, Saad al Tubasi, Anas Jradat, Muhammad Mardawi, Wael al Jaghoub y muchos otros.
Hace unos días, la hija del combatiente revolucionario recibió una comunicación postal por parte de los prisioneros palestinos, en la que le agradecían por el respaldo a la causa del pueblo de Palestina, al tiempo que señalaron que de estar vivo el Che, "su accionar habría sido más radical y cristalizado aún, sus posturas más vanguardistas y su creatividad aún más articulada y brillante".
La carta, fechada en 2019, demoró hasta septiembre 2021 en llegar a su destinatario, debido a las restricciones y las medidas de seguridad israelíes.
A continuación, Al Mayadeen Español, reproduce íntegramente la misiva enviada por Aleida Guevara March.
La Habana, septiembre de 2021
Queridos hermanos:
Hace pocos días recibí su carta, es una pena que la distancia sea tan grande físicamente y que la ocupación israelita me impida poder llegar más cerca.
Nunca me interesó visitar el lugar al que llaman Israel, ahora iría gustosa si me permitieran visitarlos a ustedes.
Ustedes saben mejor que muchos como funciona este mundo y lo injusto que es, pero también son un gran ejemplo de resistencia y valentía y me siento muy orgullosa de poder llamarlos hermanos.
Tenemos muchas cosas que aprender y muchas que resolver, pero creo que lo más importante ahora es la unidad entre ustedes, eso es lo único que les permitirá tener fuerzas para continuar la resistencia y poder ver en un futuro no muy lejano una realidad muy diferente para la patria ultrajada, para la hermosa Palestina. Unidad compañeros, esa pequeña palabra ya encierra dentro de sí mucha fuerza, ahora no importa de dónde somos, ni a cuál partido pertenecemos, ahora importa la libertad, la independencia y soberanía de nuestra tierra y sólo unidos lo lograremos.
Es importante buscar objetivos comunes de lucha, qué es lo primero, lo más urgente, identifiquen esos objetivos y la marcha se hará menos difícil.
Me gustaría mucho poder escribirles en su propia lengua, pero tengo poca capacidad para aprender idiomas, lo siento mucho, pero cuento con mi amiga y hermana Wafy, ella hará la traducción para ustedes y estoy segura que será lo más fiel posible.
Qué contarles que ustedes no sepan ya, seguramente muy poco, por eso les contaré algo de mi vida y quizás puedan conocer algo más de mi cultura.
Como saben soy cubana, de padre argentino, pero educada y formada en mi Isla, la de la libertad y la soberanía, donde de niño te enseñan que el amor a la patria no es el amor a la tierra ni a la yerba que pisan nuestros pies, sino el rencor eterno a quien la ataca, el odio invencible a quien intenta dañarla. Pero además nos enseñan que patria es humanidad, y por eso vamos felices a ayudar a otros pueblos en cualquier lugar del mundo, es un honor ser médicos internacionalistas, por eso cuando estaba por comenzar el último año de la carrera de medicina, pedí realizar ese último curso ayudando al pueblo nicaragüense, que recién obtenía su independencia del yugo imperialista, allí pasé todo un año y me gradué como médico y también crecí como ser humano.
Un año más tarde, después de trabajar en uno de los municipios más orientales de mi país, Moa, regresé a La Habana, donde vivo. Tiempo después necesitaron mis modestos conocimientos en Angola y para allí partí por dos años, quizás los más largos de mi vida. No puedo describir con justicia todo lo que viví en esa hermosa tierra devastada por la colonización y el racismo, lloré miles de veces por mis niños, que por la guerra y la escasez de recursos morían aún antes de llegar a nosotros. Ver el hambre, la desnutrición y la pobreza padecidas por el pueblo de unos de los países más ricos de este planeta, me marcaron con dolor para toda la vida, pero otra vez crecí y comencé a repudiar con todas mis fuerzas todo lo relacionado con la esclavitud, la colonización y el racismo.
Volví a mi isla, me casé y tuve dos hijas, la mayor es hoy economista y la menor es cirujana vascular, comencé a trabajar con el Instituto de Amistad con los Pueblos y, por la solidaridad de muchos pueblos con Cuba, he llegado con el mensaje de mi isla y un poco el de mi padre a medio mundo. Me mantengo trabajando como médico, pero cada día es menos porque también trabajo en el Centro de Estudios Che Guevara. Colaboro con la Fundación Un Mundo Mejor es Posible en Argentina, lo que me ha permitido conocer un poco mejor al pueblo donde nació mi padre, soy militante del Movimiento sin Tierra de Brasil, movimiento al que respeto por su coherencia y su cotidiano trabajo con los más humildes y necesitados.
Ya tengo 60 años de vida y cuando miro para atrás me doy cuenta de lo mucho que tengo que seguir haciendo cada día.
Duele mucho no poder estar más cerca de ustedes, pero rompo la distancia y los abrazo con todas mis fuerzas. Ya sé que algunos por su cultura y religión no podrían ser abrazados por mí, pero como es en la distancia y somos hermanos les hago llegar un beso muy apretado. Adelante compañeros, manténganse unidos y firmes y llegaremos a la Victoria.
No podía despedirme sin antes pedirle a mi hermana Wafy que les trate de traducir estas estrofas tomadas de un poeta español, Miguel Hernández, que murió en la cárcel a donde llegó por luchar en busca de la libertad de su gente, pero a pesar de todo lo que sufrió, nunca dejo de sentir la libertad y lo plasmó en sus versos.
“Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos…”
“Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
Así es hermanos, mientras tengamos un hálito de aliento nadie podrá vencernos.
¡Hasta la Victoria siempre!
Con todo mi amor y respeto,
Aleida Guevara March