El futuro de Libia está en juego tras no celebrar elecciones
El aplazamiento de la votación del 24 de diciembre ha abierto la incertidumbre sobre lo que sigue en el tenue proceso de paz, aumentando los temores de que Libia pueda caer en una nueva ronda de violencia tras más de un año de relativa calma.
Libia no ha podido celebrar este mes sus primeras elecciones presidenciales como estaba previsto, lo que supone un duro golpe para los esfuerzos internacionales por poner fin a una década de caos en este país mediterráneo rico en petróleo.
El aplazamiento de la votación del 24 de diciembre ha abierto la incertidumbre sobre lo que sigue en el tenue proceso de paz, aumentando los temores de que Libia pueda caer en una nueva ronda de violencia tras más de un año de relativa calma.
La votación prevista era el eje de los esfuerzos internacionales de paz, y las principales potencias regionales e internacionales habían presionado durante meses para que se celebrara como estaba previsto.
Pero muchos, tanto dentro como fuera de Libia, dudaban de que las elecciones se celebraran. Algunos advirtieron que la celebración de la votación podría desestabilizar el país, dada la continua polarización.
Libia se sumió en el caos tras el levantamiento de 2011, respaldado por la OTAN, que derrocó al líder Muammar Gadhafi. Desde entonces, han proliferado los grupos armados, incluidas las milicias locales y tribales, los grupos nacionalistas e islamistas mayoritarios, Al Qaeda y Daesh
Desde las elecciones parlamentarias de 2014, el país está dividido entre dos administraciones principales rivales: una en el este, respaldada por el comandante militar Khalifa Haftar, y otra en el oeste, un conjunto de milicias vagamente aliadas con un débil gobierno reconocido por la ONU en la capital, Trípoli.
¿Cuál era el plan?
Haftar, que fue un oficial de alto rango bajo el mando de Gadafi, pero desertó en la década de 1980, tiene su base en la ciudad oriental de Bengasi, el epicentro del levantamiento de 2011. Sus fuerzas, las autodenominadas Fuerzas Armadas Árabes Libias, controlan gran parte del este y el sur de Libia, incluidos sus campos y terminales petrolíferas. Cuenta con el apoyo de Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
En abril de 2019, Haftar y sus fuerzas lanzaron una ofensiva sobre Trípoli, pero Turquía y Qatar intensificaron su apoyo militar a sus rivales de Trípoli, incluyendo el despliegue de tropas y mercenarios sirios. La ofensiva fracasó tras 14 meses de combates.
Un alto el fuego negociado internacionalmente en octubre de 2020 ha mantenido una relativa paz desde entonces. Pero algunas de sus principales disposiciones -la retirada de todas las fuerzas extranjeras y los mercenarios en un plazo de tres meses y la adhesión a un embargo de armas de la ONU- no se han cumplido.
Tras el acuerdo de alto el fuego, la ONU dirigió un proceso político denominado Foro de Diálogo Político Libio, que incluye a 75 delegados de todo el país.