La infancia: principal víctima de los horrores de la guerra en Siria
El imposible acceso a la educación, la salud, el trabajo forzado y las constantes violaciones a todos sus derechos, hacen de los niños el eslabón más vulnerable de todos los conflictos. En Siria la situación es extremadamente alarmante.
En los conflictos armados los niños son el eslabón más débil. La desprotección a la que son sometidos los obliga a buscar mecanismos para convivir en medio de la devastación, el horror y la desprotección.
De acuerdo con la organización international Save the Children, los niños representan un gran porcentaje de las víctimas civiles durante las guerras, el número de menores heridos o muertos en conflictos aumentó en la última década en un 300 por ciento.
La vida de los pequeños en Siria está muy afectada por el conflicto. Cada día se producen numerosas violaciones de sus derechos a la salud, la educación, están continuamente expuestos a violencias de todo tipo.
Miles de ellos perdieron a miembros de sus familias y huyeron de sus hogares para convertirse en desplazados dentro de su propio país o en naciones vecinas.
Otros están obligados a trabajar para sobrevivir y muchos emprenden viajes peligrosos y muchas veces solos, cruzando el mar Mediterráneo para llegar a Europa.
Solo en Siria, las cifras indican que 30 mil murieron o resultaron heridos, mientras que más de cuatro mil aún están secuestrados o desaparecidos.
Y una de las investigaciones más alarmantes arroja que cinco mil setecientos niños fueron reclutados para el combate, algunos apenas tienen siete años de edad.
La vida y el futuro de una generación de sirios pende de un hilo. Casi noventa por ciento de los niños en la actualidad requieren de asistencia humanitaria. Un veinte por ciento más con respecto al año pasado.
La educación
Los pequeños sirios se debaten entre sobrevivir o educarse. El primer argumento es el único que prevalece para ellos.
Antes de la guerra, casi todos los niños asistían a las escuelas primarias, y casi 95 por ciento de los pequeños en edad escolar tenían su cupo asegurado en las instituciones escolares.
Actualmente Siria ocupa la tasa de matriculación escolar más baja del mundo.
Alrededor de dos millones y medio de niños sirios y otros setecientos cincuenta mil en los países vecinos, no van hoy a la escuela.
El 40 por ciento son niñas, y según estimaciones de la UNICEF, más de la mitad continúan privados de la educación casi diez años después del inicio de la guerra en el país.
La pobreza y la pérdida del sostén de la familia no son las únicas razones. La destrucción sus escuelas o de la conversión de estas en albergues y hospitales, también los obligó a abandonar las aulas.
Estimaciones oficiales hablan de más de diez mil escuelas públicas afectadas, a razón de uno de cada tres centros escolares.
La cifra representa alrededor del 42 por ciento del número total de colegios que funcionaban antes de la guerra.
Ante esa situación, más de un tercio de los niños de la guerra en Siria enfrentan el peligro de convertirse en una generación analfabeta.
La única buena noticia es que alrededor de 4.9 millones de menores logró continuar su educación a pesar de la guerra, la violencia y el desplazamiento continuo en el país desde 2011.
El trabajo
La guerra en Siria ha cambiado la vida de toda una generación de niños, cuyas familias dependen de ellos para asegurar su sustento diario.
La falta de educación se convertió en un lujo ante la pérdida del sostén económico para millones de familias y el deterioro de las condiciones económicas.
El número de huérfanos alcanza aproximadamente 800 mil menores, la mayoría de ellos tienen que incorporarse al mercado laboral.
Hace tres décadas, Siria suscribió la Convención sobre los Derechos del Niño, avalada por las Naciones Unidas.
Muchos de sus capítulos están destinados a la protección de los menores y prohíbe el trabajo infantil.
Pero con la guerra se desató la tragedia, y el porcentaje de niños que trabaja alcanzó el veinticinco por ciento, según algunas estadísticas.
En la mayoría de los casos el trabajo es arduo a pesar de su temprana edad y y reciben un salario diario muy inferior al de los adultos.
La mayoría reciben sólo dos mil libras sirias, o sea el equivalente a menos de un dólar diario.
En una escena que se repite y que muestra los horrores de la guerra en Siria; los ojos de miles de pequeños contienen expresiones que las palabras no pueden describir, planteándole a toda la humanidad preguntas que no tienen respuesta y contando historias silenciosas y desgarradoras sobre el miedo, el hambre y la pobreza.
La infancia es la principal víctima de los horrores de la guerra en Siria.