En Sudán continúan enfrentamientos entre fuerzas armadas
Aunque el ejército y las tropas rebeldes no respetaron no un día el último acuerdo de tregua, los mediadores confirmaron una mejora significativa en el plan de armisticio.
Intensos combates son aún cotidianos en las calles en Sudán, a pesar del alto al fuego vigente hace cuatro días entre el ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
No obstante, los mediadores de Estados Unidos y Arabia Saudita aseguraron este viernes notar una mejora "significativa" de la situación, luego de cinco semanas de guerra de desgaste.
Fuentes locales aseguraron a la agencia AFP que en la capital, Karthum, los ataques aéreos y bombardeos de artillería eran notables desde los primeros minutos de la tregua, acordada el 20 de mayo en la ciudad saudí de Jeddah.
El miércoles pasado, una de las jornadas más violentas, las FAR reportaron el derribo de un avión del ejército, y este a su vez atacó varios vehículos blindados de las tropas rebeldes.
Un comunicado de los gobiernos mediadores confirmó las graves violaciones del alto al fuego, tanto por por parte del ejército, liderado por Abdel Fattah al-Burhan, como por las FAR, encabezadas por Mohammed Hamdan Dagalo, conocido como Hemeti.
El acuerdo prevé un mecanismo de monitoreo en las ciudades, y Washington advirtió su decisión de imponer sanciones por los incumplimientos, pero hasta ahora no anunciaron ninguna acción.
En su rol de intermediaron advirtieron a las partes este jueves sobre las nuevas violaciones y pidieron respeto por el pacto y adhesión a los términos acordados.
El comunicado también confirmó la entrada de equipos de mantenimiento para realizar reparaciones y restablecer los servicios de telecomunicaciones en la capital y otras regiones sudanesas.
Esta es una mejora pequeña, en comparación con el déficit en las necesidades básicas, pues barrios enteros de la capital (donde viven unas cinco millones de personas), han estado sin agua, electricidad y redes de comunicación durante más de 40 días.
Cuestión de vida o muerte.
La guerra entre caudillos estalló el 15 de abril pasado, y ya dejó un saldo de mil 800 muertos, según una organización no gubernamental especializada en monitorear conflictos.
Hasta el momento, más de un millón de personas huyó hacia diferentes zonas dentro de Sudán, uno de los países más pobres del mundo, y al menos 300 mil emigraron a países vecinos también en crisis, según las Naciones Unidas.
Unos 25 millones de sudaneses, más de la mitad de la población total (45 millones) necesitaría ayuda sobrevivir, la cual no llega en tiempo porque después de cuatro días de supuesta tregua, no se pudo asegurar ningún corredor humanitario.
Ese incumplimiento obstaculizó también la salida de civiles, atrapados en las zonas de combate.
Mientras el ejército y las FAR inculpan al otro de violar la tregua, el Comité Internacional de la Cruz Roja pidió silenciar las armas porque es una cuestión de vida o muerte.
Alfonso Ferdinand Pérez, director de la Cruz Roja en Sudán alertó del colapso real del sistema de salud, mientras la población está en extrema necesidad y solo funciona el 20 por ciento de los servicios médicos capitalinos, que también necesitan con urgencia agua y electricidad, así como condiciones mínimas de seguridad para sus pacientes y personal.
En Karthum y Darfur, las zonas más afectadas por la guerra, los hospitales están en su mayoría fuera de servicio: bombardeados, con escasez de medicamentos y equipo médico u ocupados por una de las partes.
Este viernes, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) anunció el inicio de la distribución de anestésicos, antibióticos, medicamentos, vendajes y sueros para tratar a cientos de personas heridas por armas en siete hospitales capitalinos.
La situación actual es crítica, sobre todo en Darfur, región occidental fronteriza con la Repúblicqa de Chad, que también sufrió una guerra sangrienta a inicios de este milenio.