Más aliados de EE.UU. repudian envío de bombas de racimo a Ucrania
España, Canadá, Reino Unido y Nueva Zelanda reaccionaron con alarma a la decisión del presidente norteamericano, Joe Biden, y alertaron sobre el riesgo para las futuras generaciones en los territorios sometidos a ese tipo de armas.
Los gobiernos de Canadá y España declararon sus objeciones al envío de bombas de racimo a Ucrania, con lo cual crece el número de aliados de Estados Unidos opuestos a esa decisión unilateral.
El viernes pasado, el presidente norteamericano, Joe Biden, anunció el suministro de esas municiones a Kiev para "ayudarle" en su contraofensiva contra las fuerzas rusas, a pesar de la prohibición internacional del uso de tales armas de destrucción masiva (ADM).
Su decisión fue incluso criticada por aliados en la OTAN, debido a los riesgos asociados a esta escalada del conflicto contra Rusia a través del pueblo ucraniano.
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Según recalcó a la prensa la ministra de Defensa, Margarita Robles, España no apoya esa medida, pues como país tiene el firme compromiso de no entregar determinadas armas y bombas bajo ningún concepto.
Robles insistió en aclarar la postura de su gobierno a favor de la defensa de Ucrania, pero en contra de las bombas de racimo, cuyo empleo en este caso “no es una decisión de la OTAN”, precisó.
También Canadá unió su voz a la preocupación internacional por tal "iniciativa" de Washington, y destacó en un comunicado la plena adhesión de Ottawa a la Convención sobre Municiones en Racimo y la obligación como nación signataria de alentar su adopción universal.
El gobierno canadiense mostró una especial preocupación por el riesgo para las nuevas generaciones del impacto potencial de esas bombas, porque a veces permanecen sin detonar durante muchos años.
Además de Canadá y España, hasta el momento declararon su rechazo a la irresponsable conducta de Biden los gobiernos de Reino Unido, Nueva Zelanda y Alemania, además de la agencia Human Rights Watch, las Naciones Unidas y otros organismos y organizaciones internacionales.
Como recordó el primer ministro británico, Rishi Sunak, su país es uno de los 123 firmantes de la Convención para prohibir la producción o el uso de esas armas, y está decidido a cumplir con ese compromiso.
Por su parte, el primer ministro de Nueva Zelanda, Chris Hipkins, intentará disuadir al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, cuando contacten esta semana en la cumbre de la OTAN en Bruselas, Bélgica.
Las armas de racimo son “indiscriminadas, potencialmente causan un gran daño a personas inocentes y también pueden tener un efecto duradero”, remarcó Hipkins en su mensaje público.
Un portavoz de las Naciones Unidas compartió la postura del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también crítica ante la posibilidad de traer al ruedo más municiones en racimo.
En su explicación a la prensa, Biden calificó de "dificil" la decisión de incluir las municiones prohibidas en el paquete de ayuda militar de 800 millones de dólares a Kiev, y por eso "le tomó tiempo convencerse".
Tal declaración ratifica que para su gobierno lo más importante en esta contienda es dominar la guerra de poder contra Rusia, no "liberar" o ayudar al pueblo ucraniano.
Moscú lanzó una operación militar especial en Ucrania en febrero de 2022 para defender a la población prorrusa en la región de Donbas contra la persecución de Kiev y en respuesta a la expansión hacia el este de las fuerzas de la OTAN.
Desde el comienzo de esa guerra, EE.UU. y sus aliados enviaron asistencia militar a Kiev por un valor de casi 40 mil millones de dólares, y están dispuestos a garantizar mucho más.