Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Es esta una forma muy genuina de conocer a un Imam que ya no está, a través de lo que expresan quienes han venido a rendirle honores a 36 años de su muerte.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Se anuncia la suspensión de clases presenciales durante una semana y cada día amanecen más pendones con imágenes referenciales del Imam Khomeini, el fundador de la República Islámica de Irán, a lo largo de la calle que conecta el complejo donde está situada la universidad y la residencia estudiantil.
Miembros del cuerpo de Guardianes de la revolución se avistan en todas las áreas de la universidad y sus alrededores. Otro fractal de Caracas y cada vez que se acerca la celebración del Día de la Independencia o alguna fecha patria en Venezuela a lo largo de Los Próceres.
Un helicóptero sobrevuela en círculos las 24 horas los tres días previos al 14 de khordad de 1404 en Irán, 4 de junio de 2025 en el calendario gregoriano, la fecha dispuesta para el acto conmemorativo de la Ascensión del Imam Khomeini en el santuario donde reposan sus restos y donde se celebrará el evento al que asistirán figuras de alto rango.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Para nosotros, los estudiantes, la universidad ha dispuesto una logística de clases online y de extrema seguridad que incluye que el 13 de khordad no podemos abandonar la residencia, por lo que se nos ofrecen las tres comidas y posteriormente, a las 4 de la mañana del 14 de khordad debemos desalojar por completo las instalaciones de la residencia para ir a otro lugar que deseemos, o bien, para asistir al evento en el mausoleo Imam Khomeini. Se nos exhorta a participar, pero no nos indican que la asistencia es obligatoria.
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Entre lo que sabemos que ocurrirá se espera que el 14 de khordad tras las oraciones de Maghrib el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, pronuncie un discurso en el santuario sagrado. Posteriormente, a las 8 de la mañana se efectuará la ceremonia Nacional de Juramento de Lealtad al Imam iniciando con el discurso principal del Líder de Supremo de la Revolución Islámica, Ayatolá Jamenei.
Esa es la teoría hasta las 9 de la noche del sechanbe, 13 de khordad de 1404 (martes 03 de junio de 2025). Lo que pase al día siguiente lo dejo para que sea escrito luego de abandonar por completo el hostal. ¿El plan A? Asistir al evento junto a las chicas de la habitación 420: mis hermanas musulmanas chiítas, Marua, Sahar y Malak.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Es hora de desalojar
Soy la primera en despertar para evitar la congestión en el uso del baño y los espacios compartidos con tres chicas, una de Brasil y dos que han llegado a Irán huyendo de la guerra sectaria instalada en su país tras la caída de Bashar Al Assad.
Bajo por el desayuno en la cafetería y procedo a usar por primera vez un chador. La vestimenta negra que cubra a gran parte de las mujeres más religiosas en Irán. No me lo exigen pues soy cristiana y vengo de América Latina, pero es una ceremonia de conmemoración y respeto por el fallecimiento y me quiero integrar aún más.
Se me viene a la mente lo que me dijo un amigo iraní alguna vez antes de venir a Irán: “no puedes escribir sobre Irán desde La Guaira. Tienes que meterte en la piel de una mujer iraní”.
Hoy yo sé que esa mujer son muchas a la vez, es la bohemia que usa boinas y cabelleras sueltas en Shiraz, es la religiosa de Mashad, es la de los pantalones rotos y los tatuajes del norte de Teherán, la académica del sur de la capital, y quizás muchas más que me faltan por conocer, pero, en esta oportunidad, me meto en la piel de la religiosa que hoy rinde tributo a quien no solo trajo el Islam a Irán, sino que, considero, dejó lecciones y una hoja de ruta bien clara sobre autoestima, soberanía e identidad a esta sociedad.
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Las chicas de Yemen nos tocan la puerta para ver si estamos listas, y sobre su chador cuelgan una bandera de Palestina. Nos devolvemos a buscar nuestras cositas: Unas toman una bufanda con la bandera palestina, yo me enlazo en el cuello una kufiya.
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Tres autobuses nos esperan para sacarnos del complejo estudiantil, para ir a la ceremonia, o para ir a cualquier otro lugar, pero somos más los que continuamos la ruta hacia el mausoleo. Son las 5:30 de la mañana y la autopista está despejada. Acordonada por miembros de distintos cuerpos de seguridad y ya en el haram (como se llama a los mausoleos acá).
Bajamos del autobús y nos dirigimos a la entrada para las mujeres, para recibir el cateo de seguridad y entramos. El mausoleo está ubicado casi al salir de la ciudad y aun así el complejo está repleto de personas de todas las edades.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Dejamos los teléfonos celulares a salvo en el stand 13 de la fila de toldos para dejar las pertenencias antes de entrar y nos agolpamos en una entrada que cada 20 minutos se abre y se cierra para inhalar o exhalar personas y descongestionar el área.
- Khanum, Ahle Koya?, escucho a una señora vestida de uniforme de seguridad, preguntarme de donde soy luego de sentir un toque en el hombro y voltear.
No entiendo por qué me lo pregunta, ni por qué eso es importante, pero lo que menos entiendo es cómo puede saber que no soy de Irán si visto exactamente como todas las demás y no estoy hablando.
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Ella insiste y me indica que me aparte del grupo para ver mi identificación personal o mi pasaporte. Y esa es la primera vez que pronuncio lo que pareció ser ese día una especie de seña y contraseña o palabras mágicas: “man ahle Vanzuela-e”
La oficial le dijo algo a su colega y me entregó mi identificación. Luego nos indicó que me volviera acercar a la puerta para intentar ingresar al haram.
No pudimos entrar. Ese retraso surgido por el llamado de atención de la oficial hizo que justo en ese momento, cerraran la puerta y no permitieran más acceso.
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Pero mi frustración solo duró unos segundos. No podría entrar a ver al Líder Supremo, pero afuera estaba pasando algo también interesante: estaba el pueblo de Irán.
Me dirigí al stand 13, recuperé mi teléfono y disfruté de eso: uso el chador como una mujer iraní y además soy una más, sin acreditaciones de prensa, sin premuras, sin horario, sin agenda. Y todo huele y sabe a nuevo, a inédito y a algo real. Y lo puedo apreciar.
El negro es un color muy usado en Irán. Lejos de la connotación de luto, usen chador o no, el negro es el color de vestimenta habitual en hombres y mujeres de todas las edades. Las niñas usaban pañuelos en la cabeza, muchas usaban chador, y muchas otras, tampoco demasiadas, vestían jeans y camisas con magas tres cuartos con un hiyab desenfadado y melenas largas sueltas y a la vista en la espalda, rodeadas de líderes religiosos y efectivos de seguridad.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Banderas de Palestina, policías, niños y niñas, banderas de Irán, ancianos, miembros de la Guardia revolucionaria diciendo con todo el respeto y la paciencia del mundo, por enésima vez, a una, dos, cinco, 10, señoras que por esa puerta no podían pasar; carteles con textos en persa evocando máximas antimperialistas, de fondo el presentador ofreciendo palabras de inicio al evento y el ruido del helicóptero. Quizás es esta una forma muy genuina de conocer a un Imam que ya no está, a través de lo que expresan quienes han venido a rendirle honores a 36 años de su muerte.
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Por momentos no me siento en Irán. Por momentos surgen flashbacks de las últimas concentraciones en las que caminé en Caracas, al finalizar la contienda electoral por la presidencia y la sucesiva ola de protestas y de escalada de violencia de agosto de 2024. Recuerdo que, ante los ojos del mundo, según lo que presentaban las plataformas streaming, el chavismo era minoría. Prácticamente no existía. Y, en contraste, en el plano tangible y de la realidad, yo vivía, sentía decenas y hasta miles de personas lanzándose a las calles de Caracas en defensa de la paz, y de su soberanía.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Sobre estas personas de chador y ataviadas de kufiyas recae una sombra peor: no niegan su existencia. Se les llama extremistas, se les llama terroristas o antisemitas. Y yo solo siento y veo respeto y alegría.
Como ocurre en las marchas en Caracas, aquí también es contagiable la energía y tomo fotos, muchísimas - algo que no hubiera podido hacer si hubiera entrado al haram-.
Compro un chai y un sándwich, y sigo caminando tomando fotos sin parar. Incluyendo a efectivos del Cuerpo de Guardianes de la Revolución de Irán (CGRI) cuya presencia es imposible ignorar, pero a quienes no se les debe tomar fotografías por razones de seguridad.
Me cachan y se me acercan dos, tres hombres quienes me piden con todo el respeto que infunde respetar, que, por favor, muestre las fotos de mi celular y borre algunas.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Se percatan de que no hablo bien farsi y me preguntan en medio del ruido “¿ahle koya?”, yo digo “Venezuela”, “Venezuela?”, frunce el ceño y luego abre los ojos como dos platos y repite ¡Venezuela!, me vuelve a preguntar ¿Venezuela?, y yo “are, Venezuela”, a continuación me entrega el teléfono y con la mano en el corazón me dice “Bebakhshid, khanum, befarmaid (Lo siento, señora, adelante)” y me entrega mi teléfono celular.
Los otros - distraídos o quizás enfocados en todo lo que pasaba en el lugar - le preguntan por qué se comporta así y les dice “Venezuela”. A continuación, los tres se ponen la mano en el corazón, se inclinan parcialmente y me dicen “Hermana”.
Tras años, casi décadas, de soportar una campaña internacional de difamación y desvalorización de mi país, hay pocos momentos que yo podré querer atesorar más en mi memoria.
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Noche 35: Conociendo al Imam Khomeini
Sigo tomando fotos y encuentro a Juan Carlos, el único estudiante latinoamericano de mi universidad. Colombiano y musulmán. Encontramos un lugar donde estaban dispuestas las pantallas para ver lo que estaba ocurriendo en el interior del haram y ahí escuchamos al Líder Supremo. Ambos, a este punto, entendemos palabras, pero pocas frases, pero hay algo que no necesita traducción: la reacción de las personas al escucharlo hablar.
Una reacción enérgica que, aunque contrasta con la apariencia calmada y de avanzada edad del sabio religioso, se acompasa con sus palabras que, aunque no las entienda del todo, van cargadas con artillería pesada y certera, enfocada en el honor iraní y en la ilusión de poder de quien no para de agredir y amenazar.
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El evento termina y el haram expulsa un mar negro alegre que grita consignas, levanta los puños y saluda a las cámaras que están dispuestas en una grúa frente a la puerta por la que elijo salir.
Juan Carlos se me pierde entre la multitud y decido caminar hacia la parte que aún no había recorrido del complejo, y veo una larga fila de toldos donde se vende comida, donde también se regala, y al final de la calle un local con sillas donde al menos 30 personas están sentadas llorando. Entre las palabras del orador distinto el nombre Imam Hussein, y recuerdo, acaba de terminar un gran evento, pero también se siente que otro evento grande está por comenzar: la conmemoración de Ashura. Los trágicos sucesos que hicieron parte del martirio del tercer Imam de los chiítas, quien los recarga de resiliencia sobre las dificultades, les confiere una actitud firme ante los opresores e hipócritas en el mundo, y quien cada año los hace querer peregrinar a Karbala, Irak.