Dabke: Danza de Palestina declarada Patrimonio de la Humanidad
Los pasos de este baile son el campo, son el horizonte del Levante, son el sonido del cielo del verano, son la furia contra el sionismo y la victoria.
Los bailarines de Dabke, danza tradicional de Palestina, llegan hasta el centro del escenario como un viento, como una abeja, como un ciervo, y permanecen allí hasta que el Al-lawah o líder grupo da la orden de inicio.
Sus pasos, recién declarados Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), son el campo, son el horizonte del Levante, son el sonido del cielo del verano, son la furia contra el sionismo y son la victoria, son lo contrario de la derrota.
Al terminar sacuden el suelo con una fuerza voraz y permanecen allí, cubiertos de estrellas y sonriendo de costado, como unos príncipes.
Dabke es, según la Unesco, un vocablo derivado de una palabra árabe que significa “zapateo” o “combinación de movimientos y golpes rítmicos efectuados con los pies”.
Cuando los especialistas hablan de pateos, hacen referencia a seis tiempos fundamentales con movimientos hacia la derecha. Por tanto, sus practicantes necesitan ser precisos, fuertes, veloces y elegantes.
En su forma profesional el género incluye a más de diez personas y su estilo más común, llamado Al shamaliyya, involucra tanto a hombres como mujeres.
Su ritmo devino mágico desde antes de la existencia de la ocupación israelí, según los oriundos pobladores de estas tierras.
Muchos de los nativos construían sus casas con ramas de árboles y barro y esas estructuras solían agrietarse con facilidad. Tomados de las manos, los miembros de las familias golpeaban el techo con sus pies para cubrir los agujeros.
Durante el siglo XX, la creación ganó popularidad gracias a los compositores libaneses Assi y Mansour Rahbani, así como a los cantantes Zaki Nassif y Afif Radwan.
En Palestina adquirió una connotación especial por sus raíces tan antiguas como la de los olivos y por resistir a los intentos de la entidad sionista de apropiarse de su identidad.
Tanto para los residentes del país como para los de la diáspora, el Dabke, con su característico zapateo, robó una vez más el aplauso de todos.