Corría el año 1447. El escultor Andrea di Lazzaro Cavalcanti modelaba en terracota el rostro de su padre adoptivo y arquitecto de la cúpula de la catedral de Florencia, el pintor Filippo Brunelleschi.

Una vez finalizada la obra, la dejó entre los objetos de estudio del prestigioso renacentista, y siglos más tarde, alguien la trasladó a un palacio de la ciudad. 

En este 2024, historiadores anunciaron la identificación del modelo de casi 700 años y resaltaron tanto su valor artístico como la rareza de su representación. 

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Según el investigador Alfredo Bellandi, la pieza es de “gran naturalismo expresivo e intensidad” e incluso “devuelve el carácter del personaje”.

Por su parte, la iglesia de Santa María del Fiore resaltó el carácter excepcional de la creación, porque hay muy pocos retratos de Brunelleschi.

La identificación fue posible gracias a un busto marmóreo en el templo y a la máscara fúnebre resguardada en el museo catedralicio.

Brunelleschi (1377-1446), logró erigir la entonces cúpula más grande del mundo, que permaneció incompleta hasta su intervención. 

Para su diseño, prescindió de andamios internos y desarrolló diversas estructuras y maquinarias capaces de elevar los materiales a las alturas.