Reconocen minas de Japón como Patrimonio de la Humanidad
Muchos cuestionaron la presencia de la mina en el lugar de distinción de la Unesco
Las minas de Sado, en Japón, producían hace siglos casi 400 kilogramos de oro todos los años, así como pequeñas cantidades de plata y cobre.
Atendiendo a su historia, en 2024, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura le otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad.
Uno de sus principales atractivos es la ruta, invariablemente fría, que conduce a un museo sobre el proceso minero en la zona.
Se vuelve entonces una rutina ir a pie y encontrar la gran barra de oro real, valorada en más de 100 millones de yenes (707,000 dólares estadounidenses).
Cerca de allí resulta atrayente descubrir otro pasadizo, empleado hasta 1989, cuando la zona más moderna cesó sus operaciones.
Al final del recorrido, está un taller que alberga las herramientas y la maquinaria empleadas durante los últimos años de operación.
Muchos cuestionaron la presencia del lugar en el listado de la Unesco, sobre todo por ser un sitio de explotación humana y mineral.
Trabajadores locales explotaron las minas de forma manual hasta mediados del siglo XIX, mientras la mecanización avanzaba en otras partes del mundo.