La luz hizo eterna a Piedad Córdoba
Tenía ese don extraño para armar con la palabra ideales, convencer y enamorar, para respetar a las minorías explotadas y clamar por la PAZ.
Dueña de trenzas africanas, carácter fuerte y sensatez privilegiada. Quienes cortejaron su entierro hace un año en Medellín, Colombia, dicen que la muerte fue tan cobarde que tuvo que hacerla eterna.
Piedad Córdoba se hizo revolucionaria mucho antes de estudiar derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana, mucho antes de ser alcaldesa y marchar junto a las minorías. Se hizo revolucionaria en sus raíces cimarronas.
Hija de un hombre negro chocoano desplazado, y de una mujer blanca antioqueña, nació en 1956 con lo mejor de ambos: la pasión político social y rebeldía de negritud de su padre y la entereza de su madre.
Atenta a cada detalle, vivió el desplazamiento de campesinos por la guerra civil bipartidista, la industrialización paisa de los cafeteros en Medellín, las huellas de la dictadura del Frente Nacional.
Se lanzó a la política, buscó y obtuvo la elección en la asamblea departamental de Antioquia, hasta llegar a ser senadora en 1998.
Tenía ese don extraño para armar con la palabra ideales, convencer y enamorar, para respetar desde la piel a los huesos a las minorías explotadas y oprimidas negras, comunidades originarias, campesinas y mujeres.
Así era ella, y se estremecía por dentro al hablar de una solución política al conflicto social y armado colombiano para alcanzar la PAZ.
Cuando la oligarquía la persiguió con saña, ella no cedió. Y como si estuviera embrujada, venció los golpes, desde amenazas a su vida hasta operaciones de lawfare que por largos años la privaron del Senado.
El mundo la vio con su incansable militancia abrir paso a los diálogos de paz que tendrían lugar en La Habana entre el gobierno por entonces presidente Juan M. Santos y la dirigencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo.
Amiga incondicional de los procesos emancipadores de América, escritora de artículos, organizadora del canal Telesur, debió vencer el golpe del corazón, sin saber los dolores del cuerpo.
Tras un año de su partida, roba otra vez asombros esta mujer inmensa, de carácter fuerte, dueña de trenzas africanas y de una sensatez privilegiada.