Artesanos de Venezuela bordaron su historia en la banda presidencial
Vestirla es defender a un país, amparar la cuna donde se nace, la salud de los padres, la tranquilidad de los abuelos y la risa de los niños.
Era una tarde de 2024, y con delicadeza, hombres y mujeres de las parroquias de Caracas, Venezuela, bordaban la franja presidencial de su país.
Conocían a la perfección el diseño: los tres colores de la bandera ondeada por el general Francisco de Miranda, el escudo nacional y las estrellas de plata.
Sabían un poco más. Ahí estaban las noches de campaña de Simón Bolívar, el galope de una tropa casi desnuda, el desvelo de los estudiantes, la sangre del Caracazo y los ojos de Hugo Chávez que miraron más allá de su tiempo.
Esa es la historia que narra la cinta recién colocada al jefe del Estado, Nicolás Maduro, durante el acto de su juramentación este 10 de enero.
Vestirla es defender a un país, amparar la cuna donde se nace, la salud de los padres, la tranquilidad de los abuelos y la risa de los niños.
Lucirla y mirarla puesta, en el salón elíptico del Palacio Federal Legislativo, es resguardar la historia del pueblo bordado a su tela y sus colores brillantes.
El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, destacó la labor de quienes participaron en la confección de este símbolo.
“Una historia de unión y orgullo se teje cuidadosamente entre las manos de su gente”, comentó.
La experiencia quedó documentada en un material audiovisual sobre la vivencia de cada uno de los que participaron en la confección de la pieza.
Así, la banda, con los colores de los sueños de Miranda, permaneció otra vez en las manos de la Revolución Bolivariana, para ser llevada hasta en el alma.