De La Demajagua a La Bayamesa: Cuba festeja su riqueza cultural
La jornada recuerda la primera interpretación de “La Bayamesa”, compuesta por Perucho Figueredo en 1868.
-
Cuba conmemora su historia en el Día Nacional de la Cultura
El Día Nacional de la Cultura Cubana se celebra el 20 de octubre, aunque en todo el país las festividades se extienden del 10 al 20 de octubre.
La fecha es un homenaje a la identidad y diversidad de la nación.
Este año, el programa de conciertos, espectáculos, exposiciones y eventos estuvo dedicado a diversas personalidades y entre ellas Armando Hart Dávalos.
LEA TAMBIÉN: Festejan en Cuba el Día de la Cultura Nacional
La programación nacional de eventos, coordinada por el Ministerio de Cultura, comenzó el 10 de octubre con el tradicional repique de campana en el ingenio azucarero La Demajagua, en la provincia de Granma.
Hace 155 años, en 1868, Carlos Manuel de Céspedes tocó la campana para pedir la liberación de todos los esclavos y dar inicio a la primera Guerra de Independencia.
El 12 de octubre, Día de la Resistencia Indígena, también se integra a las celebraciones como tributo a la diversidad cultural latinoamericana y caribeña.
Nuestro Himno Nacional, ese que nos estremece por su hermosura y fuerza, se cantó por vez primera un 20 de Octubre. Ese hecho patriótico marca el momento en que celebramos el Día de la Cultura Cubana.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) October 20, 2025
1/2 pic.twitter.com/ZENDhvOOqt
Todas las provincias organizan actividades dirigidas especialmente a niños y jóvenes, y exploran la multiplicidad de formas en que se manifiesta la cultura cubana, más allá de lo artístico y literario.
El propio 20 de octubre, Día de la Cultura Cubana, recuerda la primera interpretación de La Bayamesa, compuesta por Perucho Figueredo en 1868, durante el inicio de las guerras de independencia.
Aquella canción se convertiría más tarde en el Himno Nacional.
LEA TAMBIÉN: Silvio Rodríguez ofrece desde Cuba cantos de amor y esperanza
Armando Hart Dávalos fue una figura esencial en la institucionalización cultural tras el triunfo de la Revolución.
Como ministro de Educación y posteriormente de Cultura, impulsó políticas que democratizaron el acceso al arte y promovió un pensamiento profundamente humanista y martiano, y dejó una huella perdurable en la vida intelectual del país.