La vida de Gaza resiste incluso entre las ruinas
En medio de las bombas, los habitantes levantan una y otra vez sus farmacias, bibliotecas y tiendas.
Un restaurante. Un área de entrenamiento deportivo. Si hablásemos de cualquier ciudad del mundo, podríamos decir que hay de todo eso. Hablando de la Franja de Gaza asediada por “Israel”, diremos que es difícil mantener cada sitio en pie.
Pero los habitantes de esas tierras rompen todo conformismo y, en medio de las bombas, levantan una y otra vez sus farmacias, bibliotecas y tiendas.
Cocinar entre las ruinas
El horno le quema las manos. Ella, con su humilde ropa, prepara una comida allí con tanto amor que atrae a muchas personas.
“La cocinera Heba”, como le llaman, es miembro de la Asociación Culinaria de Palestina y una de las personas más preparadas en ese tema a nivel local.
A finales de octubre del año pasado, una agresión israelí causó el martirio de su cuñada y sus dos sobrinos, y la dejó herida junto a su madre y hermana.
Hiba Al-Hallaq sufrió un gran shock psicológico que afectó su salud durante varios meses, antes de retomar su viaje.
Acompañada de su familia, recorrería los campamentos de refugiados en el oeste de la ciudad de Khan Yunis, después en la ciudad de Eafah.
Desde el sur firmó un contrato con el objetivo de trabajar como parte del equipo del cruce de Kerem Salem, hasta que una nueva invasión la obligó a trasladarse.
Con el regreso de los habitantes a su natal Khan Yunis, abrió un restaurante en una tienda parcialmente destruida. Trabajó para retirar los montones de escombros del interior y en poco tiempo logró el éxito.
Y aunque ya se sentía más tranquila, un nuevo ataque, la llevó a caminar hacia Mawasi Khan Yunis, donde regresó y abrió otro espacio.
“Vine a la zona de Al-Mawasi y abrí un establecimiento... La inestabilidad es una sensación dolorosa, no menos que ser alcanzado por un misil o un proyectil, y no es fácil ser una profesional en un zona como la Franja de Gaza, masacrada y expuesta a una guerra loca”, afirmaría.
Ahora sueña con regresar su vida normal y con participar en eventos regionales e internacionales, mostrando la riqueza de los platos tradicionales.
Continuar una profesión
En la acera del complejo médico Nasser, en la ciudad de Khan Yunis, entre los gritos de los heridos y el llanto de los familiares, hay un hombre sentado.
Su nombre es Mohammad Sahwil y desde hace 40 años es propietario de una farmacia en el centro de la región de Rafah.
Hoy, ante la carencia de medicamentos, colocó una gran cantidad de fármacos en una tienda de campaña en el barrio de Al-Namaswi", cerca del centro sanitario.
"Lamentablemente, no existe", repite a diario a los pacientes que buscan productos que no están disponibles debido al bloqueo de la ocupación.
No muy lejos, la joven de la familia Hamad vende artículos de higiene y cosméticos en un puesto en la calle.
“Yo tenía una gran tienda de cosméticos y ropa femenina en la ciudad de Gaza, y hoy, debido a la guerra y el desplazamiento, estoy parada en un puesto en la calle”, lamenta.
Además, destaca la importancia de la higiene a la luz de la guerra en medio del hacinamiento severo y el clima cálido y sus daños especialmente en la piel y la cara.
"Las mujeres buscan protección contra el calor y los pequeños necesitan productos para combatir piojos y enfermedades infecciosas", explica.
Práctica de deportes para desplazados internos
En medio del ruido de los aviones y drones, el entrenador de boxeo palestino Osama Ayoub niega a abandonar su deporte favorito, y entrena gratuitamente a niños desplazados.
A sus 39 años, perdió su equipo y necesitó mudarse varias veces hasta llegar a Khan Yunis con su familia.
Una vez instalado en la zona de Al-Mawasi, retomó su iniciativa de entrenamiento, con la aprobación del propietario del terreno.
Osama participó en torneos árabes en Egipto, Líbano y Argelia, y espera que el genocidio termine para formar un equipo nacional. A pesar del dolor y la destrucción, la vida sigue, y con ella la esperanza de un futuro mejor.