¿Cómo el ámbar conserva seres milenarios?
Durante siglos, el misterio de estos objetos fascinó a los joyeros e inspiró la imaginación científica.
Hace 100 millones de años, un escarabajo se embadurnó del polen de una planta o un caracol subía por la corteza de un árbol. Momentos fugaces, instantes como otros que quedaron atrapados al caer una gota de resina sobre estos animales.
Durante siglos, la preservación de esos cuerpos en una estructura llamada ámbar fascinó a los joyeros e inspiró la imaginación científica.
Tras años de investigación, los expertos confirmaron que las plantas producían compuestos pegajosos, no solubles en agua y endurecidos por el aire.
Estas sustancias servían para cubrir las heridas de los cuerpos vegetales, y transformarlas en algo parecido a las plaquetas de nuestro torrente sanguíneo.
Por la densidad de la materia, algunas pequeñas criaturas quedaron atrapadas en ella cuando rezumaba sobre la corteza.
Las condiciones ambientales propiciaban la polimerización y la reacción química entre sí para formar el elemento oscuro y vítreo existente, capaz de preservar las formas de cualquier organismo.
Hoy día, el mundo resguarda más de 160 yacimientos de estos elementos, y el más antiguo de todos tiene unos 320 millones de años.
Sin embargo, de todas las áreas existentes en la Tierra, solo unas pocas docenas presentan una amplia variedad de seres incrustados.
Una de las zonas más ricas son los sedimentos de la costa del Mar Báltico, en el norte de Europa, con más de 600 especies de arácnidos y el mayor fósil conocido de flor conservada.