Las autoridades y la población siguen atentas en el sur de Francia a tres incendios forestales que, en los últimos días, devoraron cientos de hectáreas de bosque, y reavivaron una pesadilla que se repite cada verano. 

El fuego más violento, en el departamento de Aude, en particular en las inmediaciones de su principal ciudad, Narbona, dejó de avanzar, tras arrasar desde el lunes dos mil hectáreas de árboles y provocar daños materiales.

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Según declaró a la cadena BFM TV el jefe de Operaciones de Socorro de Narbona, Julien Saddier, condiciones climáticas favorables ayudaron a frenar las llamas.

En el Aude llegaron a estar movilizados un millar de bomberos para lidiar con las brasas, que afectaron varias infraestructuras, incluidas viviendas.

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Mientras tanto, en el departamento de Hérault, otro foco activo entre las localidades de Sète y Agde quedó bajo control tras quemar unas 400 hectáreas.

La atención se centra ahora en Marsella, donde las llamas obligaron a interrumpir el tráfico aéreo y ferroviario en algunas rutas, además de provocar evacuaciones y el confinamiento de los residentes del distrito 16. 

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En el barrio de L’Estaque, decenas de viviendas resultaron destruidas o dañadas, y la población reportó casos de saqueos durante las evacuaciones.

Con la llegada del verano, Francia entró en la temporada de alto riesgo de incendios, con varios departamentos en alerta máxima (nivel rojo).

El año pasado, el país registró la destrucción de más de 11 mil hectáreas de bosque, un fenómeno agravado debido al cambio climático.