La expansión de la OTAN hacia el Ártico
La adhesión de Suecia y Finlandia significa que la alianza realmente domina la región, agitando las ya frágiles relaciones con Rusia.
Mientras la OTAN conmemoraba su 75º aniversario este mes, se ha puesto en duda la dirección de la postura de la alianza hacia la región ártica.
La reciente adhesión de Suecia significa que siete de ocho de las naciones árticas del mundo están bajo el paraguas de seguridad de la alianza, siendo Rusia el caso atípico.
Si bien algunos analistas ven la incorporación de Suecia y Finlandia como una oportunidad para que la OTAN “aumente su huella” y “disuada a Rusia”, lo último que necesita la alianza es buscar otra vía de confrontación con Moscú.
En marzo, más de 20 mil soldados de la OTAN de 13 países, incluidos Finlandia, Suecia y Estados Unidos, participaron en la última etapa del actual ejercicio Nordic Response 2024 en Noruega.
Además, en el ejercicio participaron más de 50 fragatas, submarinos y otros buques, así como más de 100 aviones. El ejercicio involucra a más de 90 mil tropas de los 32 aliados de la OTAN.
Los ejercicios defensivos son una característica de la presencia recientemente incrementada de la OTAN en el Ártico, pero no deben amenazar la presencia rusa en el Ártico.
El Ártico sirvió como primera línea en el enfrentamiento entre la OTAN y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. A lo largo de varias décadas, Rusia ha revitalizado las bases árticas de la era soviética, que superan en número a las de la OTAN en aproximadamente un tercio.
En los últimos años, Rusia ha lanzado importantes proyectos de inversión y ha aumentado su presencia militar en el Ártico mientras desarrolla una ruta marítima crucial en el norte que une Asia y Europa. Estados Unidos sólo tiene un rompehielos pesados operativos, en comparación con los 40 que Moscú mantiene actualmente.
Independientemente de que los halcones hagan sonar la alarma sobre la supuesta “militarización” y “dominio” del Ártico por parte de Rusia, Moscú no ha mostrado ningún interés en iniciar una acción belica en ese territorio.
Los esfuerzos militares rusos en el Ártico han sido principalmente de naturaleza defensiva, ya que ha establecido capacidades multicapa anti-acceso y denegación de área (A2/AD) alrededor de la península de Kola.
Además, dado que la costa ártica de Rusia es diez veces más larga que la de Estados Unidos, es de esperarse una “brecha rompehielos”. La flota rusa de rompehielos se dedica principalmente a escoltar envíos comerciales a través de peligrosos yeguas polares.
Por lo demás, realiza las mismas misiones que la Guardia Costera de Estados Unidos: “búsqueda y rescate, lucha contra el contrabando, respuesta a derrames de petróleo, reabastecimiento de comunidades costeras remotas y estaciones de investigación polares”.
En cuanto a las capacidades de proyección de fuerza, la flota de submarinos nucleares de la OTAN, dominada por Estados Unidos, supera a la opuesta Flota del Norte de la armada rusa.
En lugar de ver la incorporación de Finlandia y Suecia como una oportunidad para aumentar la militarización del Ártico, la OTAN debería trabajar con grupos como el Consejo Ártico para forjar acuerdos multilaterales con el propósito de reducir las tensiones, evitar crisis y mitigar los riesgos de conflicto a través de una accidente o error de cálculo.
En febrero, Rusia suspendió los pagos anuales al Consejo Ártico hasta que "se reanude el trabajo real con la participación de todos los países miembros". Sin embargo, aunque Rusia eliminó varios formatos multilaterales enumerados de su estrategia oficial para el Ártico, mantuvo el argumento de que “el Consejo Ártico es la plataforma regional clave que coordina las actividades internacionales en la región”.
Las tensiones son altas y la cooperación del Consejo Ártico con Moscú cesó efectivamente después de que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania en 2022. A pesar de esto, el Consejo debería abstenerse de expulsar al mayor actor ártico y cortar un canal de comunicación esencial. El aislamiento cada vez más profundo ha empujado a Rusia a mirar hacia el este en busca de socios en el Ártico, concretamente China.
Rusia y la OTAN comparten el interés de mantener la paz en la región ártica. Una guerra en ese terreno sería extremadamente costosa y difícil para ambas partes. Además, el Consejo Ártico ha facilitado la mejora de la seguridad marítima en el Estrecho de Bering, donde Estados Unidos y Rusia comparten una frontera marítima. También deben mantenerse abiertos los canales de comunicación y los objetivos compartidos para mantener la paz allí.
En medio de un empeoramiento de la situación en Ucrania, una escalada en la región del Ártico no haría ningún favor a Estados Unidos ni a sus aliados de la OTAN. La considerable influencia de Rusia en el Ártico no va a cambiar en un futuro próximo.