Nieto del mártir Izz Al-Din Al-Qassam habla con Al Mayadeen
El nombre del ala militar de Hamas es un homenaje al destacado luchador contra la ocupación británica.
Dicen que el mártir cheikh Izz Al-Din Al-Qassam murió hace décadas, que los relojes acabaron por vencerlo desde la época de la ocupación británica en Palestina, pero el jefe de barba fina y ojos rasgados no creyó en relojes.
Y desde hace unos días el mundo se encuentra más con cheikh Izz Al-Din Al-Qassam. Los corazones rebeldes no saben de muerte. Al-Qassam sigue en los pies de la resistencia se detiene y llora por cada mártir, calma los sollozos de un niño y retoma su camino entre los misiles y los hombres sin miedo.
Otros lo recuerdan en su ciudad natal en el territorio sirio de Jableh. Allí su nieto Al-Qassam, nombrado así en honor a su abuelo, guarda historias sobre la vida de este héroe.
Todo comenzó así…
En una luna de 1882 nació este guerrero de presencia eterna. Su familia era muy religiosa y su padre trabajaba como maestro del Sagrado Corán.
Cuando tenía 14 años, Al-Qassam viajó con su hermano para estudiar las ciencias de la Sharia (ley islámica) en Al-Azhar Al Sharuf, Egipto.
Regresó años más tarde con un certificado. Durante ese período, conoció la fuerza de la oratoria y la determinación de los hombres de aquel país africano por luchar contra la entonces ocupación británica.
Mientras adquiría experiencia, impartía lecciones del Corán en Jableh hasta convertirse en el imán de la mezquita Al-Mansouri. Allí todos oían su palabra encendida y respetaban su presencia.
Pasadas varias décadas, Izz Al-Din Al-Qassam, nieto del mártir, narró a Al Mayadeen la historia de su abuelo, de su viaje a Palestina y de su lucha contra la ocupación británica.
Habló con ese arte de los narradores. Explicó que antes de vivir en Siria hace más de cien años, su familia residía en Irak.
Su abuelo conoció el amor en Amina Nanoua de la ciudad de Jableh y tuvo tres hijas, además de su padre, único varón.
La casa de Izz Al-Din Al-Qassam todavía existe en la ciudad de Jableh y de sus pertenencias queda el antiguo traje que vestía durante su estancia en Siria.
Tiempo de lucha…
Sus actividades revolucionarias comenzaron cuando lideró una manifestación de apoyo a Libia como forma de resistencia contra el colonialismo italiano.
En ese momento, formó una compañía de 250 voluntarios y lanzó una campaña para recaudar donaciones. Sin embargo, las autoridades otomanas, ocupantes en ese momento en Siria, no les permitieron viajar a él ni a sus compañeros.
Como explicó Izz al-Din: “Este intento de apoyar la revolución encabezada por Omar al-Mukhtar no tuvo éxito debido a la demora de los otomanos en asegurar el viaje de la caravana de voluntarios”.
Después de la entrada francesa en Damasco, Al-Qassam vendió su casa y se mudó a la aldea montañosa de Al-Haffa, en una ubicación fortificada.
Allí ayudó a Omar Al-Bitar, comandante del sector Sión al este de Latakia, en la lucha del Monte Sión (1919-1920). No obstante, la revolución fracasó y las autoridades galas lo condenaron a muerte en rebeldía.
En cambio, viajó exiliado a Palestina con algunos de sus compañeros, y llevó consigo la bandera de la revolución.
Sobre esa etapa nieto de Al-Qassam contó: “Mi abuelo vendió todo lo que poseía y recogió donaciones antes de viajar, y le dijo a su esposa, Amina Nanoua, que él iba a Palestina y que ella debería ir a la casa de su padre”.
Últimos días en vida...
Ya en Palestina Izz al-Din al-Qassam residió en la Mezquita Estiqlal en el antiguo barrio de Haifa, donde vivían campesinos desplazados de sus aldeas.
Muy pronto trabajó para enseñarles, darles clases nocturnas y visitarlos con frecuencia. A partir de entonces, ganó el aprecio de mucha gente.
También fue referencia para los trabajadores portuarios de Haifa, y su nombre destacaba en los sindicatos, algunos incluso lo llamaban “el Guevara árabe”.
Según su nieto, Al-Qassam se unió a la Escuela Islámica de Haifa, luego a la Asociación de Jóvenes Musulmanes. Durante ese período llamó a la preparación y disposición para la lucha contra el colonialismo británico.
Te sorprenderé enemigo
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) October 20, 2023
Letras: Mohammad Hasib Al Kadi y Salah Al Husseini
Composición musical: Mehdi Sardana#DiluvioDeAlAqsa #Palestina #PalestinaLibre pic.twitter.com/LaXHyeTVrQ
En 1935, Izz al-Din al-Qassam comenzó sus operaciones armadas en Yenín. La primera aldea que tomó fue Kfardan. Desde ese sitio envió predicadores a lugares vecinos para explicar a la gente los objetivos de la revolución y reclutar voluntarios. Un gran número de personas respondió a su llamado.
Las fuerzas británicas descubrieron su escondite en al-Bared, pero él y 15 de sus seguidores escaparon a Cheikh Zayed.
Sin embargo, recibieron el asedio por varias fuerzas enemigas y les exigieron su rendición. Al-Qassam se negó y enfrentó a esas tropas. Mató a más de 15 soldados británicos antes de convertirse en mártir.
Al decir de su nieto, la familia celebró un funeral solemne en medio de cánticos de los dolientes y denuncias a la ocupación.
Incluso un funcionario británico presente en el entierro expresó: "Ojalá no hubieran matado a Al-Qassam", debido a la gran cantidad de de participantes en el funeral.
La mayoría de los historiadores de esa época consideraron que ese incidente fue la chispa de la revolución palestina de 1936-1939 contra el colonialismo británico.
El nieto de Al-Qassam siente un gran orgullo y honor al ver que el ala militar del Movimiento de Resistencia Hamas lleva el nombre de Brigadas Al-Qassam.
También afirmó: “Mi padre me dio me dio una gran responsabilidad de preservar su historia”, añadió con una sonrisa que el nombre “al mismo tiempo le causó algo de problemas, incluida su imposibilidad de viajar a algunos países”.
En su opinión, las Brigadas Al-Qassam y otras facciones de la resistencia palestina continúan el camino hacia la libertad con la Operación del Diluvio de Al Aqsa.
De esta forma, el corazón rebelde del mártir navega hacia la inmortalidad; porque él nunca creyó en relojes, sigue en el mundo de los vivos, iluminado por su estrella.