Países árabes condenan asesinato de Ismail Haniyeh
Desde Irán hasta Yemen o Siria condenaron el martirio del líder de Hamas por una agresión de "Israel" en Teherán.
Países árabes e islámicos condenaron el asesinato del líder político del movimiento de resistencia palestina Hamas, Ismail Haniyeh, tras un ataque provocado por “Israel" en Irán.
En Teherán, el presidente Masoud Pezeshkian lamentó el fallecimiento del combatiente y lo calificó "un eterno y orgulloso camarada en el camino de la resistencia".
Destacó que el martirio es el arte de los hombres de Dios, y que la relación entre sus pueblos será más fuerte que nunca.
"Ayer, levanté su mano victoriosa del héroe de Jerusalén, Haniyeh, y hoy debo enterrarlo sobre mis hombros", afirmó con tristeza.
También enfatizó la firmeza de la República Islámica en la defensa de su integridad territorial y honor, y su determinación de hacer que los invasores terroristas se arrepientan de sus actos.
Por su parte, el portavoz del Comité de Seguridad Nacional del Consejo Consultivo, Ebrahim Rezae, anunció la celebración de una reunión de emergencia para investigar el suceso.
El gobierno de Líbano denunció la muerte de Haniyeh, y consideró el hecho una expansión del peligro en la región.
Asimismo, en Yemen, el titular del Consejo Político Supremo, Mohammed Mahdi Hussein Al-Mashat, calificó al martirio como una gran pérdida para “la nación hermana”.
#Video | Millones de personas marchan en la capital yemenita, Saná, condenando el asesinato del líder de Hamas, Ismail Haniyeh.#Yemen #Hamas #PalestinaLibre pic.twitter.com/qPoWvoHKkj
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) July 31, 2024
Por su parte, el Ministerio de Exteriores de Siria denunció la agresión flagrante sionista que llevó a la muerte del luchador.
Mientras, miembros del movimiento Talibán también lamentaron la pérdida por sus efectos para la nación levantina.
A su vez, Malasia criticó la continuación de los crímenes del régimen sionista y sus ansias de desestabilizar la región.
Qatar, por su parte, denunció la acción, y la describió como una atrocidad, "una escalada peligrosa y una violación flagrante del derecho internacional".
Tanto los gobiernos de China como el de Rusia condenaron el suceso, y lo clasificaron como "políticamente inaceptable".