La guerra moderna se aleja de los campos de batalla tradicionales
Conforme a un artículo publicado en Newsweek, las naciones se centran ahora en perturbar los sistemas digitales y electrónicos de sus enemigos en lugar de confiar únicamente en tácticas militares convencionales.
Los líderes de la Resistencia de Líbano (Hizbullah) instaron durante años a su personal a reducir la dependencia de los teléfonos inteligentes, argumentando que "Israel" era capaz de utilizar estos dispositivos para infiltrarse en su red de comunicaciones.
Un artículo publicado en la revista semanal Newsweek recordó que "la alternativa era volver a la tecnología de radio y buscapersonas de la década de 1990, considerada una opción más conveniente".
Sin embargo, "la inteligencia israelí mostró que las tecnologías de consumo más simples ya no son seguras en tiempos de guerra avanzada".
El medio de comunicación abordó algunos "detalles de la operación de inteligencia israelí, que se dice que duró 15 años, y que aún se están revelando".
Según algunos informes, "Israel" creó una empresa fantasma en Budapest con el único propósito de vender buscapersonas explosivos a Hizbullah, anticipando que el grupo los buscaría.
De acuerdo con los expertos, esta operación coordinada subraya el cambio global en la dinámica del campo de batalla.
"A medida que la inteligencia artificial da paso a la tecnología artificial se aprovechan los productos electrónicos de consumo fácilmente disponibles en línea", señalaron los especialistas.
Como resultado, los países se centran ahora en perturbar los sistemas digitales y electrónicos de sus enemigos en lugar de depender únicamente de tácticas militares tradicionales.
Para el analista de defensa Hamza Attar, "la guerra moderna se está alejando de los campos de batalla tradicionales y avanzando hacia operaciones cibernéticas y encubiertas".
Attar enfatizó la creciente vulnerabilidad de la infraestructura civil frente a ciberataques cada vez más sofisticados y, en ese sentido, advirtió por ejemplo cómo un ciberataque avanzado y coordinado a automóviles o aviones podría provocar víctimas importantes en cuestión de segundos.
"Si los piratas informáticos pudieran penetrar los sistemas de los aviones, tendríamos una catástrofe global, con aviones cayendo del cielo. Es una idea aterradora, pero como investigador, lo he estado anticipando durante mucho tiempo", dijo a la revista semanal.
Otro problema señalado radica en la cadena de suministros.
Con las líneas de suministro de Hizbullah comprometidas y sus equipos electrónicos en duda, el ataque de esta semana puso de relieve una debilidad clave en la guerra moderna: la dependencia de cadenas de suministro globales largas y poco conectadas.
Esta creciente complejidad significa, conforme a la revista, que más entidades participan en las cadenas de suministro en más lugares, lo que dificulta la supervisión y la rendición de cuentas.
"La idea de que las cosas pueden ser interceptadas y manipuladas es ahora de conocimiento común", dijo el reconocido tecnólogo de seguridad Bruce Schneier cuyo trabajo incluye perforaciones en lo que él llama el "teatro de seguridad" de los aeropuertos estadounidenses.
Como sucedió en el caso de los buscapersonas, los dispositivos parecen proceder de una empresa de Taiwán, pero en realidad fueron fabricados por un subcontratista de Hungría con licencia para utilizar su marca.
Ahora la preocupación no es solo que la batería explote, sino también la posibilidad de alguien coloque una trampa para luego detonar el dispositivo de forma remota.
La reciente operación de inteligencia de "Israel" contra Hizbullah es sólo el último ejemplo de cómo la tecnología no tripulada está transformando el campo de batalla.
Al respecto, planteó que "los estrategas militares y los defensores de los derechos humanos temen que la mayor dependencia de los sistemas de armas autónomos ya esté llevando a una menor supervisión humana en las decisiones de vida o muerte, una situación propicia para el abuso y los errores de cálculo, como se vio en el ataque de esta semana".
"Muchas de las personas asesinadas en el Líbano ni siquiera eran militantes de Hizbullah, eran civiles", según Attar, el analista de defensa.
"Incluso si alguien es un militante, si no está armado y está con su familia, no debería ser considerado combatiente en ese momento", reflexionó.