Unión Europea no logró cortar los lazos energéticos con Rusia
Dan Jorgensen se comprometió a presentar un nuevo plan dirigido al petróleo, gas y combustible nuclear rusos, según informó Politico.
La Unión Europea no logró superar su dependencia de la energía rusa y necesita un nuevo plan para independizarse de los suministros de Moscú, afirmó este jueves el nuevo jefe de energía del bloque Dan Jorgensen.
En una entrevista al sitio web Politico, la primera desde que asumió el cargo, Jorgensen destacó el crecimiento de las compras de gas natural licuado (GNL) de Rusia.
La cuota de GNL ruso en el mercado de la UE alcanzó el 20 por ciento este año, según la Agencia para la Cooperación de los Reguladores de la Energía, a pesar de la promesa de Bruselas de dejar de consumir combustible ruso para 2027.
“Es necesario hacer algo nuevo porque ahora las cosas están empezando a ir en la dirección equivocada”, consideró el comisario, al tiempo que se comprometió a presentar una hoja de ruta tangible que incluirá herramientas y medios eficientes para resolver la parte restante del problema.
Las nuevas medidas se centrarán principalmente en el gas, pero también en el petróleo y la energía nuclear y se formularán a mediados de marzo, añadió Jorgensen y señaló que cinco países de la Unión todavía dependen de Rusia para el combustible nuclear.
El grupo del viejo continente declaró su intención de poner fin a su dependencia de los suministros energéticos rusos tras la escalada del conflicto en Ucrania en 2022, y el combustible estadounidense, más costoso, reemplazaría gran parte del gas barato que antes entregaba el gigante euroasiático.
Sin embargo, los esfuerzos se estancaron en los últimos meses y Europa compra aún miles de millones de euros de gas ruso cada mes.
Al término de 2024 se espera que el bloque importe un 10 por ciento más de GNL de Rusia que en 2023, según la firma de análisis energético Kpler.
Politico señaló, sin embargo, que cualquier plan para cortar los lazos energéticos con el Kremlin en los próximos años sería fuertemente rechazado por los miembros de la UE que todavía dependen en gran medida de las importaciones, particularmente Hungría y Eslovaquia, cuyos líderes Viktor Orban y Robert Fico se resisten a las sanciones energéticas contra Moscú.