China condiciona tierras raras a EE. UU. y refuerza su dominio global
La nación asiática anunció su disposición a aprobar un nuevo acuerdo para exportar minerales de tierras raras a Estados Unidos, lo que suscitó preocupaciones en Washington sobre su continua dependencia estratégica de Pekín en este sector vital.
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Política exterior: Pekín acepta acuerdo sobre tierras raras como herramienta de presión sobre Washington.
China manifestó disposición a firmar un nuevo acuerdo para exportar minerales de tierras raras a Estados Unidos, reveló la revista estadounidense Foreign Policy.
El anuncio ocurre tras varias rondas de negociaciones celebradas en Ginebra y Londres, en un contexto marcado por la dependencia crítica de Washington de estos recursos esenciales para industrias estratégicas.
Los minerales de tierras raras se emplean en la producción de componentes tecnológicos avanzados como láseres, baterías, sistemas de guía, pantallas y equipos militares, y China controla aproximadamente el 60 por ciento de la producción global y procesa más del 90 por ciento del suministro final, según datos del medio.
Destacan que la supremacía del país asiático en este mercado no se basa en la riqueza geológica, sino en ventajas acumuladas desde la apertura económica de 1978, con una política combinada de incentivos de mercado y planificación industrial estatal.
Geopolítica de las “tierras raras”
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) March 7, 2025
... Luego de años de retórica de la administración Biden y sus aliados europeos en torno a las nobles causas que decían defender en Ucrania, llega una nueva administración y de forma abrupta arranca la cortina, dejando claro qué quieren y cómo… pic.twitter.com/6uUInOxAXw
Respuesta tardía de Estados Unidos
Frente al avance chino, Washington respondió con lentitud, activando medidas solo después de que China suspendiera las exportaciones a Japón en 2010, lo que provocó la reactivación de la mina Mountain Pass, en California.
A pesar de ello, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE. UU. estimó que reconstruir una cadena de suministro nacional llevaría al menos 15 años, una meta aún incumplida.
La planta de Mountain Pass sigue siendo la única operación de producción y refinación activa en EE. UU., y su anterior propietario se declaró en quiebra en 2015, reflejo de las dificultades financieras y estructurales del sector.
Durante su primer mandato, Donald Trump impulsó una estrategia de revitalización industrial para reducir la dependencia tecnológica de China; sin embargo, Foreign Policy señaló que los resultados fueron nulos.
En su segundo mandato, el expresidente estaría más enfocado en desmontar la agenda energética de su predecesor que en fortalecer cadenas críticas de suministro.
Aunque no descarta futuros avances estadounidenses, Beijing no considera viable una amenaza inmediata con una estrategia para conservar la ventaja a largo plazo mediante el control del conocimiento técnico y la formación de recursos humanos especializados, considerados elementos clave para sostener su hegemonía global en el sector.