Trump agita debate sobre un tercer mandato pese a veto constitucional
El presidente mantiene la ambigüedad sobre 2028, impulsa símbolos de campaña y logra que su base republicana respalde una excepción solo para él.
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Cualquier intento de Trump en 2028 chocaría con la 22ª Enmienda de la Constitución estadounidense.
La posibilidad de un tercer mandato de Donald Trump, abiertamente inconstitucional en Estados Unidos, quedó instalado en el debate político.
Entre la ambigüedad calculada y gestos de provocación, el presidente insinúa sin confirmar la posibilidad de buscar la reelección en 2028.
Durante una entrevista concedida a NBC News, en marzo, el magnate evitó descartar la opción, y en agosto manifestó a CNBC el deseo de postularse, aunque matizó: “Probablemente no”.
No obstante, lució gorras con los lemas “Four more years” y “Trump 2028”, convertidas en símbolos de continuidad política y mercancía de su propia campaña.
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Trump muestra a Zelensky colección de gorras para nuevo mandato.
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Apoyo de la base republicana
De acuerdo con una encuesta de Data for Progress publicada a finales de agosto de 2025, el 53 por ciento de los votantes republicanos respalda un eventual tercer mandato de Trump, mientras solo el 6 de demócratas y el 17 de independientes comparten esa idea.
Pese a ello, apenas un 44 por ciento de los republicanos apoya de manera general eliminar el límite constitucional, por tanto una buena parte de sus seguidores estaría dispuesta a romper las reglas únicamente para él.
En contraste, sondeos anteriores como el de YouGov en marzo mostraron un 36 por ciento de los republicanos a favor de intentar una nueva reelección.
Choque con la Constitución y maniobras legislativas
Cualquier intento de Trump en 2028 chocaría con la 22ª Enmienda de la Constitución estadounidense, ratificada en 1951 tras la presidencia de Franklin D. Roosevelt, la cual fija un límite de dos mandatos.
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Sin embargo, sectores radicales del movimiento MAGA buscan desafiar esa norma.
El congresista Andy Ogles, cercano al trumpismo, presentó una resolución para habilitar un tercer mandato en casos de presidencias no consecutivas, como la de Trump.
Aunque no prosperó, fue interpretada como una señal de que el trumpismo pretende normalizar una excepción para su líder.
Una deriva personalista y autoritaria
Trump convertió su excepcionalidad en el eje de su estrategia: proyectarse como un líder “único” y supuestamente merecedor de romper los límites institucionales.
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El respaldo de la mayoría republicana a una excepción revela la crisis estructural de la política estadounidense, donde la figura de Trump actúa como catalizador de una deriva personalista y autoritaria de la ultraderecha.
Más que un escenario electoral, la discusión sobre 2028 funciona como una advertencia sobre el futuro de la democracia en Estados Unidos, en riesgo de ser moldeada según los intereses de un solo hombre.