Colapso ambiental generalizado amenaza la vida en Gaza
El Instituto Arava advierte sobre los problemas ambientales en la Franja de Gaza, así como la inseguridad hídrica y energética causada por la guerra genocida, y propone una estrategia de tres etapas para encontrar una solución.
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Colapso ambiental generalizado en Gaza: 93 por ciento de los hogares sufren inseguridad hídrica.
La Franja de Gaza está al borde de un colapso ambiental generalizado tras casi dos años de guerra, con miles de residentes regresando a sus hogares destruidos tras el alto al fuego, según advirtió un informe publicado por el Instituto Arava.
El informe, publicado por el periódico británico The Independent, afirmó que un 69 por ciento de la infraestructura del enclave resultó dañada y que la degradación ambiental amenaza la salud pública, la seguridad alimentaria y la estabilidad regional.
Asimismo, los intensos bombardeos destruyeron ecosistemas y dañaron casi por completo las tierras agrícolas y los sistemas hídricos, exponiendo a aproximadamente dos millones de personas a una crisis humanitaria a largo plazo.
Por su parte, el director de Diplomacia Ambiental Aplicada del Instituto Arava, Dr. David Lehrer, declaró: "El medio ambiente de Gaza está en caída libre: el agua contaminada, las tierras agrícolas destruidas y una red eléctrica destrozada llevan a la región al borde del abismo".
El informe indicó que las intensas actividades militares, incluido el movimiento de maquinaria pesada, erosionaron la capa superficial del suelo, lo que dificulta el crecimiento de las plantas y perjudica gravemente la fertilidad del terreno.
Confirmó que las restricciones israelíes a las aguas costeras hicieron casi imposible la pesca desde el comienzo de la guerra, causando la muerte de 120 pescadores y obligando a muchos a pescar en zonas peligrosas cerca de la costa.
El reporte determinó que el 93 por ciento de los hogares del enclave palestino padecen actualmente inseguridad hídrica, con un consumo per cápita inferior a 8,4 litros al día, muy por debajo del requisito mínimo de 15 litros establecido por la Organización Mundial de la Salud.
Todas las plantas de tratamiento de aguas residuales cesaron sus operaciones, lo que provocó el vertido de aguas residuales sin tratar en lagos temporales que amenazan con inundar calles y viviendas y podrían filtrarse al acuífero costero, la principal fuente de agua de la Franja de Gaza.
El informe también precisó que casi la mitad de los hogares reportaron tener aguas residuales o agua estancada a menos de 10 metros de sus refugios, lo que agrava el riesgo de cólera y enfermedades transmitidas por el agua contaminada.
Respecto a la energía, hubo una disminución en la capacidad de generación eléctrica de más del 80 por ciento, con cortes que duran hasta 22 horas al día. Dado el colapso de la red eléctrica central, las operaciones humanitarias dependen actualmente de generadores de combustibles fósiles.
Solución propuesta
En este contexto, el informe propuso una estrategia de tres fases para reconstruir los sistemas esenciales en Gaza, liderada por las comunidades locales.
Una primera fase, denominada de "absorción", incluye abordar las necesidades humanitarias inmediatas, como proporcionar refugio y agua.
La segunda fase de "adaptación" se centra en la descentralización energética y el tratamiento de aguas residuales.
Por último, la fase de "transformación" busca la restauración de los ecosistemas, la integración de la resiliencia climática en la planificación urbana y el establecimiento de mecanismos de gobernanza regional compartidos.
Las tecnologías ya implementadas en Gaza incluyen minirredes solares, sistemas biológicos de filtración de aguas residuales, generadores de agua atmosférica y materiales de construcción fabricados con escombros reciclados, conocidos como "bloques GreenCake".
El informe enfatizó que la recuperación ambiental debe ser un elemento central de este proceso, no solo una prioridad secundaria, e instó a gobiernos, donantes y agencias de ayuda a alinear la financiación con las iniciativas locales.
Además, advirtió que reconstruir la infraestructura sin abordar la contaminación y el colapso ambiental mantendrá al territorio atrapado en un ciclo de crisis recurrentes.
El Banco Mundial, las Naciones Unidas y la Unión Europea estimaron previamente que el costo de la reconstrucción sería de aproximadamente 53 mil millones de dólares para 2025, según el informe.