Ecos de la Operación Mangosta: Trump apunta contra Caracas y La Habana
El despliegue militar de Trump en el Caribe reedita la lógica imperial, usando a Venezuela como antesala para golpear a Cuba y recolonizar la región bajo el discurso de “liberación”.
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Ecos de la Operación Mangosta: Trump apunta contra Caracas y La Habana (Foto: Anna Moneymaker/Getty)
Más de seis décadas después de que Robert Kennedy declarara la Operación Mangosta como la “máxima prioridad” de Estados Unidos para derrocar a Fidel Castro, la administración de Donald Trump parece ensayar un libreto similar en América Latina.
Tal como advierte un artículo publicado en The Telegraph, la lógica de Washington parece calcada de los años 60: entonces el objetivo era “liberar” a Cuba del comunismo; hoy, la mirada se posa sobre Venezuela y, en segundo plano, sobre la isla caribeña.
Un despliegue militar sin precedentes
Trump concentró cerca del 10 por ciento de la Armada estadounidense en el Caribe, con destructores de misiles guiados, un submarino nuclear y el portaaviones USS Gerald R. Ford. Se trata del mayor despliegue militar en la zona desde la invasión de Panamá en 1989.
Aunque la justificación oficial apunta al gobierno de Nicolás Maduro, heredero del proyecto bolivariano de Hugo Chávez, el artículo de The Telegraph expone "por qué el verdadero objetivo de la campaña de Trump en Venezuela es Cuba”.
El investigador Christopher Sabatini, de Chatham House, lo resume con claridad: “Trump quiere amedrentar a la cúpula militar cercana a Maduro para que lo destituyan. El objetivo es provocar a los militares para que den un golpe de Estado”.
No sería una invasión masiva —“temeraria hasta lo inverosímil”, según Sabatini—, sino una estrategia de presión militar y política para forzar un cambio de régimen en Venezuela y, de paso, debilitar el "salvavidas energético" de Cuba.
Cuba en la mira de Washington
De acuerdo al artículo de The Telegraph, la presión sobre Caracas busca también golpear a Cuba, debilitando el suministro energético que le ha permitido resistir durante años el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos.
Luego de la desaparición de la Unión Soviética, fue el petróleo venezolano el que sostuvo a la isla. Hoy, con una producción reducida, Washington calcula que la caída de Maduro dejaría a La Habana más expuesta.
El secretario de Estado y figura central del anticomunismo floridano, Marco Rubio, aparece como el principal impulsor de esta agenda. Su objetivo declarado es acabar con el gobierno cubano, frustrando cualquier intento de normalización de relaciones como el que impulsó Barack Obama en 2014.
“Para él, este es un proyecto muy personal”, señala Sabatini. Un miembro del Senado de Estados Unidos también lo expresó sin rodeos: “El proyecto que Rubio quiere dejar como legado es el cambio de régimen en Cuba”.
El canciller Bruno Rodríguez lo denunció con claridad: Rubio “está llevando a cabo una agenda muy personal y corrupta, que parece sacrificar los intereses nacionales de Estados Unidos para promover esta postura extremista”.
Sin embargo, la isla ha demostrado una resistencia que Washington subestima desde hace más de seis décadas. Ni Bahía de Cochinos ni la Operación Mangosta lograron doblegarla, y la Revolución cubana ha sobrevivido incluso a la desaparición de su fundador, Fidel Castro.
La idea de que un cambio en Caracas precipitaría automáticamente la caída de La Habana es más un deseo político que un análisis realista. Rusia u otros aliados podrían cubrir la demanda energética, y la experiencia histórica demuestra que Cuba sabe adaptarse a escenarios mucho más adversos.
Tentación intervencionista de Trump
Trump llegó al poder criticando las “aventuras en el extranjero”, sin embargo, la posibilidad de triunfar donde Kennedy fracasó parece demasiado atractiva para su administración.
América Latina, presentada como fuente de “drogas, delincuencia e inmigrantes ilegales”, se convierte en el escenario perfecto para justificar una intervención bajo el discurso de “proteger la patria”.
Las próximas semanas, advierte el artículo, serán decisivas. Lo que está en juego no es solo el futuro de Venezuela y Cuba, sino la reedición de una política imperial que insiste en imponer su voluntad sobre el hemisferio.
Frente a ello, la defensa de la soberanía y la resistencia de los pueblos latinoamericanos se erigen como la verdadera respuesta a los intentos de recolonización disfrazados de “liberación”.
Al Mayadeen Español