Con más de 50 años de experiencia en la conversión del calor de la tierra en electricidad, El Salvador es un referente centroamericano en energía geotérmica.

La central Ahuachapán, inaugurada en los años setenta, marcó el inicio de un modelo que hoy produce alrededor del 22 por ciento de la electricidad nacional.

De acuerdo con declaraciones a Xinhua de su gerente, Ricardo Figueroa, la planta extrae vapor a más de 150 grados centígrados de profundidad, que mueve turbinas acopladas a generadores, y aporta en promedio 78 megavatios por hora al sistema eléctrico nacional.

“Utilizamos tecnología japonesa de turbinas de choque y sistemas de control de última generación, que nos permiten producir de manera segura”, detalló.

La empresa estatal a cargo de la operación de la planta, LAGEO, tiene una estrategia de expansión a nuevos campos, para mantener un sistema continuo, eficiente y libre de emisiones contaminantes. 

Sostenibilidad ecológica

El modelo salvadoreño es reconocido por su riguroso manejo ambiental, con prácticas como la reinyección total del agua extraída para generar vapor, sin verter residuos en ríos o quebradas.

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Actualmente, la nación cuenta con una capacidad instalada superior a 200 megavatios, con planes de expansión en la región oriental que podrían sumar hasta 50 megavatios y reducir la dependencia de fuentes fósiles.

Aprovechar la geografía

La geotermia es una fuente renovable de alta disponibilidad en países volcánicos como Nicaragua, México o El Salvador. 

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A ello se suma que la ubicación de este último dentro del cinturón de fuego del Pacífico le ofrece una ventaja natural para este tipo de energía.